Mucho merece de nosotros quien se nos dio sin que le mereciéramos. ¿Nos pudo dar algo mejor que a sí mismo? Por eso, cuando nos preguntamos qué razones nos presenta Dios para que le amemos, esta es la principal: Porque él nos amó primero.

Bien merece que le devolvamos el amor, si pensamos quién, a quiénes y cuánto ama. ¿Pues quién es él? Aquel a quien todo ser dice: Tú eres mi Dios y ninguna necesidad tienes de mis bienes. ¡Qué amor tan perfecto el de su Majestad, que no busca sus propios intereses!

¿Y en quién se vuelca este amor tan puro? Cuando éramos enemigos nos reconcilió con Dios. Luego quien ama gratuitamente es Dios, y además, a sus enemigos. ¿Cuánto? Nos lo dice Juan: Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo único.

Y Pablo: No perdonó a su propio hijo, sino que lo entregó por nosotros. Y lo afirma él mismo: Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. — Sermón, Dios debe ser amado por sí mismo