

La mayoría de nosotros halla difícil desear «el cielo». Excepto en lo que se refiere a reunirnos de nuevo con nuestros amigos que han muerto. Una de las razones de esta dificultad es que no hemos sido educados para ello; toda nuestra educación tiende a fijar nuestras mentes en este mundo. Otra de las razones es que cuando nos viene el anhelo real por el cielo, no lo reconocemos. La mayoría de los humanos, si en realidad aprendieran a mirar dentro de sus propios corazones, sabrían que lo que anhelan, y lo anhelan muy agudamente, es algo que no puede obtenerse en este mundo. — Cristianismo… ¡y nada más! Pag,69