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Puesto que es un Dios y un Rey el que nos llama a su servicio, corramos hacia El ardientemente, para no arriesgarnos — si el plazo de nuestra vida por ventura fuera breve — a morir de hambre por encontrarnos sin frutos en la hora de la muerte. Procuremos agradar a nuestro Rey y Señor, como los soldados al suyo, ya que al final de esta gloriosa milicia nos será exigida una cuenta exacta de nuestros servicios. —La Santa Escala. Pag, 13
San Juan ClímacoSan Juan Clímaco