Oh amor eterno, mandas pintar tu santa imagen y nos revelas la fuente inconcebible de la misericordia. Bendices a quien se acerca a tus rayos, y el alma negra se convierte en nieve. Oh dulce Jesús, aquí has establecido el trono de tu misericordia para dar alegría y ayudar al pecador, de tu corazón abierto y como un manantial puro, fluye el consuelo para el alma y el corazón contrito. Que el honor y la gloria para esta imagen no dejen de fluir de las almas de los hombres, que cada corazón glorifique la Divina Misericordia ahora y por los siglos de los siglos y en cada hora. —La Divina Misericordia y mi alma. Pag, 18