

Debes creer en el sí que te devuelven cuando preguntas: “¿Me amas?” Debes elegir este sí, aun cuando no lo sientas.
Te sientes abrumado por distracciones, fantasías, el perturbador deseo de lanzarte al mundo del placer. Pero ya sabes que no encontraras allí una respuesta a tu pregunta más profunda. La respuesta no pasa por repetir viejos eventos ni por la culpa ni la vergüenza. Todo eso te hace disiparte y abandonar la roca sobre la cual está edificada tu casa.
Debes confiar en el lugar que es firme, el sitio en que puedes decir sí al amor de Dios, aun cuando no lo sientas. Justamente ahora, no sientes nada más que el vacío y la falta de fuerza para elegir. Pero sigue diciendo: “Dios me ama, y el amor de Dios es suficiente.” Tienes que elegir el lugar firme una y otra vez, y volver a él después de cada fracaso. — La voz interior del amor, pág. 11