

No creo que el hombre tenga «derecho a equivocarse». No tenemos verdadero «derecho» al error. Lo que sí tenemos es derecho a ser comprendidos en nuestros fallos, a ser aceptados con nuestros errores, a ser perdonados por nuestras estupideces, a ser reconocidos como hombres que inevitablemente cometerán siete tonterías al día y setenta veces siete por año. Temo que, mientras esta ley no sea reconocida y aplicada por todos, no conseguiremos un mundo vividero. Nunca he creído en la Santa Intolerancia y no me parece que tenga mucho que ver con el cristianismo. Lo cristiano me parece aquello que aspira al ideal, pero que parte de la aceptación de los hombres como son y lo que lleva siempre muchos sacos de perdón dispuestos
para su empleo.