

¡Salve, reina sabiduría!, el Señor te salve con tu hermana la santa pura sencillez. ¡Señora santa pobreza!, el Señor te salve con tu hermana la santa humildad. ¡Señora santa caridad!, el Señor te salve con tu hermana la santa obediencia. ¡Santísimas virtudes!, a todas os salve el Señor, de quien venís y procedéis. No hay absolutamente ningún hombre en el mundo entero que pueda tener una de vosotras si antes él no muere. El que tiene una y no ofende a las otras, las tiene todas. Y el que ofende a una, no tiene ninguna y a todas ofende (cf. Sant 2,10). Y cada una confunde a los vicios y pecados. — Escritos de San Francisco de Asís. Pag,77