El amor del que habla Cristo es un río de vida que nace en Dios, pasa por el hombre y vuelve a desembocar en Dios; una forma de vida consagrada que va de Dios al hombre, del hombre a su prójimo y del creyente a Dios. Quien rompe la continuidad en alguna de sus fases, destruye el conjunto. Quien la respeta limpiamente en alguno de sus procesos, hace sitio a la totalidad. — El Señor. Pag, 29