

Decía un clásico latino que «cada vez que estuve entre los hombres, volví menos hombre». Yo tengo más suerte: cada vez que me encuentro con amigos salgo
reconfortado y admirado, feliz de ser uno como ellos, de vivir entre ellos.
También me gusta la soledad, claro, pero no el aislamiento. Si estoy solo es o para estar con Dios o para encontrarme con mis mejores amigos: los hombres que escribieron grandes libros o música profunda. Es una soledad muy acompañada. — Razones para la alegría, cap. II