

Quien ama realmente al pobre no lo ama por la gratificación que recibe, sino porque reconoce en él la dignidad del hermano por el que Cristo murió. Los pobres son nuestros maestros en el camino delEvangelio, y saben dar mucho más de lo que se puede pensar. Como dice el Instrumentum laboris para el reciente sínodo de obispos, dedicado a la figura del “obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para esperanza del mundo”, “el mismo sanPablo tenía como punto fundamental de su apostolado el cuidado de los pobres, que es para nosotros el signo fundamental de la comunión entre los cristianos”. Amar a los pobres es amar a Cristo, que se presenta en ellos a nuestro corazón (cf. Mt 25, 3lss.). Y quien ama a Cristo se deja amar por Él y aprende a vivir el amor a pesar de todo, incluso contra toda dificultad y resistencia. —El Gozo de la Esperanza. Pag, 29