

Escribamos, en el pergamino de nuestra oración, antes que cualquier otra cosa, la acción de gracias sincera. En segundo lugar, la confesión de nuestras faltas y una contrición del alma sentida profundamente. Luego, presentemos nuestra demanda al Rey del Universo. Es la mejor manera de rezar, como se lo reveló un ángel del Señor a uno de nuestros hermanos. —La Santa Escala. Pag, 155