«Código nuevo» es un medio de comunicación digital con sede en España que trata temas variados de actualidad. Pretende que el autoconocimiento y la gestión de las emociones sean importantes para desarrollar el propio potencial, vivir plenamente y construir una sociedad respetuosa.

Uno de sus últimos reportajes, en video, se ha vuelto viral en la redes sociales. Lo protagonizan Zacharias Vamvakousis, informático y músico, y Joel Bueno (con tetraplejía espástica), un niño de Santa Perpetua de Mogoda, provincia de Barcelona. Zacharias, de 35 años, natural de Atenas y afincado en Barcelona se propuso acercar la música a las personas con movilidad reducida tras sufrir la experiencia en el que su mejor amigo, con el que tocaba folk griego, sufrió un accidente de tráfico y se quedó parapléjico.

«Estábamos haciendo el servicio militar, que es obligatorio en mi país, y planeábamos un concierto que íbamos a dar dos días después del accidente», recuerda. «Quiero utilizar la tecnología para dar accesibilidad a la creatividad. Es lo que nos hace felices». Consecuencia de este empeño es el diseño y desarrollo de un software que permite que las personas con discapacidad motriz puedan tocar música con la mirada.

La aplicación se llama «EyeHarp», y Joel lleva un año tocando música con ella, de la mano de Zacharias, lo que le ha dio la oportunidad de participar el año pasado en el concierto de Navidad de la escuela de música junto con el resto de niños de su ciudad. Lo cual fue todo un sueño cumplido, un reto alcanzado para una persona con discapacidad.

Aprendizaje de capacidades y competencias

Actualmente y desde mi experiencia, en los entornos educativos se debe trabajar no tanto en la adquisición de conocimiento en el sentido de información, sino en el aprendizaje de capacidades y competencias que ayuden a los alumnos, futuros ciudadanos, a enfrentar los desafíos de la sociedad y del mundo. Y cuando los adelantos tecnológicos son un apoyo en esta línea, los resultados son más inmediatos, duraderos y participativos en las personas con mayores necesidades. Se llega a más gente y de mejor manera.

Personas e instituciones intentan que realmente los avances tecnológicos estén al servicio de los demás y de su dignidad. El pasado noviembre, como ejemplo, se presentó en la Universidad de Deusto la Declaración sobre derechos humanos en entornos digitales, un documento elaborado por un equipo multidisciplinar, integrado por investigadores de la propia universidad en tecnología, ética, empresa y derecho, con importantes colaboraciones de otros prestigiosas universidades.

En cierto sentido, Pablo VI esbozó esta idea en su encíclica «Populorum Progressio» sobre todo lo que debe contribuir a un equilibrado progreso de los pueblos. Y asimismo el Papa Francisco en su encíclica «Laudatio si» exhorta a «res­pon­der a los desa­fíos éti­cos plan­tea­dos por la im­po­si­ción de nue­vos pa­ra­dig­mas y for­mas de po­der, de­ri­va­das de la tec­no­lo­gía, la cul­tu­ra del des­car­te y de es­ti­los de vida…»

Relación entre el servicio de la ciencia y la tecnología

Quizá Benedicto XVI sea quien mejor haya fundamentado y explicado esa relación de servicio de la ciencia y la tecnología en favor de la dignidad de la persona, encontrando ahí su más pleno sentido y utilidad. Por ello incluimos aquí un par de frases de hondo calado que van en esta línea:

Benedicto XVI ha mostrado su convencimiento de «la urgente necesidad de continuar el diálogo y la cooperación entre los mundos de la ciencia y de la fe para la construcción de una cultura de respeto del ser humano, de su dignidad y su libertad, para el futuro de la familia humana y para el desarrollo sostenible a largo plazo del planeta».

Para terminar, recordemos esta frase: «No existe otra alternativa: la razón y la fe, la ciencia y la teología tienen que volver a encontrarse en su autonomía, su distinción y su complementariedad, es decir, sin disolverse la una en la otra. Lo que está en juego no es la protección de ciertos intereses… sino el hombre mismo y el mundo».