«Dios existe». ¿Una afirmación o una simple expresión que utilizamos cotidianamente cuando nos suceden cosas casi extraordinarias? Cosas que «nos salvan», que hacen que una potencial catástrofe desaparezca.

Cosas tan sencillas como encontrar un documento importante en el momento preciso. Recordar que es el último día para inscribirse en algo que se nos había olvidado, o de pronto reaccionar y evitar un accidente tan estrepitoso como el que vemos en el video que les comparto a continuación.

Convertirse en héroe y tener buen juicio

Purito Rodríguez, ex ciclista español con una gran trayectoria en su haber, comentó un tweet con estas palabras: «Dios existe». El tweet, mostraba la reacción valerosa y oportuna de uno de los jueces en el Campeonato Nacional Francés de Ciclismo, evitando una colisión múltiple que podría haber costado más de un herido.

Y si bien para el creyente cotidiano esta expresión merece un aplauso de pie. Para no pocos, estas acciones no tienen nada que ver con la presencia de Dios ni con su plan. Lo único extraordinario de estas acciones serían las reacciones oportunas y el buen sentido común del ser humano.

Pongámonos a dudar, efectivamente Dios no tuvo nada que ver en esto. Han sido años de entrenamiento de este juez, la experiencia de ver tantos accidentes en las pistas y su buen juicio. Parece que esos fueron los ingredientes elementales para una reacción que le han valido el título de héroe sin capa.

Podemos decir que las acciones extraordinarias de los hombres tienen que ver con su buen juicio y alta capacidad de reacción frente a los eventos que ponen en riesgo la vida de los demás, especialmente. El heroísmo parece que tiene que ver con esto, con poner la vida de los demás a salvo. No solo con hacer el bien aisladamente, sino un bien que repercute en salvaguardar la vida de los demás.

Arriesgar la vida por otro

Todo lo heróico involucra esta reverencia y especial atención por la vida del otro. Más aún si ponemos en riesgo la nuestra para que otros sobrevivan, se salven. La vida pues, seas creyente o no, tiene una connotación sagrada en nuestro interior. Nuestra existencia es algo tan inmenso que merece arriesgar la vida, por quién sea, incluso por un absoluto desconocido.

¿Será que por eso la figura de Cristo perdura a través de los siglos y se mantiene tan actual? Él no fue un héroe que salvó una nación, ni aquél general que guió al ejército a la victoria. Jesús entregó su vida gratuitamente, por todos, sin distinción. Sin excluir a nadie, sin decir que solo venía por algunos.

Jesús es el héroe por excelencia. Tal vez sea por eso (entre otras tantas maravillas) que al contemplar la Cruz, creyentes y no creyentes, nos sentimos interpelados de alguna manera. ¿Quién fue este loco que se hizo crucificar, aún siendo inocente, por la vida de tantos?

Este tipo de locura es casi como un sello, una huella, casi un aroma que se siente cada vez que alguien expone su vida, y salva la de muchos o la de alguno. Sí, Dios existe. Bien dicho Purito.