




Lo primero que pensé al ver este video fue como un chico tan “nerd” según los parámetros del mundo pudo tener el valor de acercarse así a las personas. Pero lo que me dejo con la boca abierta fue la reacción de la gente. ¿Por qué lo acogen con tanta naturalidad? ¿No se supone que entre la gente joven hay millones de parámetros sobre con quien me junto y con quien no y sobre quién se supone debe ser mi amigo? Probablemente muchas de las personas a las que él les pidió ser sus amigos, no continuaron siéndolo, pero llama la atención que casi ninguna lo rechazó.
Esto me lleva a pensar que siempre son buenas dos cosas en nuestra vida: aventurarnos a salir al encuentro de las personas y no tener miedo de acoger al otro, de conocer lo desconocido. No tener miedo a la diferencia.
Me pongo a pensar que para el ser humano la apertura y la connaturalidad no deberían ser temas complicados en los cuales detenerse a pensar tan a menudo. Si debo acercarme o no, si debo confiar o no, si debo decir esto o no, si debo esperar algo o no… Tiendo a pensar que nos hemos acostumbrado a un mundo cerrado a las mismas personas. A los amigos y amigas de siempre. Nos hemos permitido blindar el corazón para que los demás no nos hagan daño.
[su_pullquote align=»right»]
Te recomendamos:
¿Cuántos amigos has hecho en una piscina de pelotas?[/su_pullquote]
¿Por qué nos es tan difícil empezar algo por miedo a que nos defrauden?
Hace poco tiempo leí las reflexiones de un sacerdote escritor que decía que siempre es más rentable amar aunque los números no siempre cuadren. Él se atrevía a apostar que quien ama a diez personas, acabará recibiendo el amor de alguna de ellas. Digamos que −no es un número muy significativo− pero tal vez esa sea la proporción correcta. Quizá eso fue lo que le pasó al chico del video. Quizá muchas personas le dieron su número equivocado pero al apostar por diez debió conseguir por lo menos una persona importante en su vida. La acogida y el encuentro amable y sincero brotan de lo más profundo de nuestro corazón.
Otra idea que se me viene a la mente es la siguiente: ¿por qué no pensar que ese encuentro con lo desconocido tiene que ver con mi encuentro con Dios? Tantas veces oímos decir esto o nos pasa nosotros mismos: ¡qué difícil es empezar algo con Él! precisamente por lo raro que se nos hace ser sus amigos ¿Y no será este encuentro diario con los demás es mi mejor manera de encontrarme con Dios? ¿No serán todos ellos la forma visible que toma Dios para mí?
Todo esto me recuerda mucho las palabras que, de un modo u otro, siempre nos repite el Papa Francisco. Estas fueron las que encontré, pero estoy segura que hay muchas más que van en la misma línea: [su_quote]Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso con la verdad que Él nos da, y así podremos ser amables, perdonar, ser comprensivos con los demás, de corazón amplio con la gente, misericordiosos. Jamás condenar, jamás condenar.[/su_quote]
Por eso recuerda: siempre es mejor aventurarse a tener un corazón amplio, porque a fuerza de abrirse hace que los demás también lo hagan.
0 comentarios