chesterton tolkien y lewis

Hace poco se llevó a cabo en Argentina el II Congreso Internacional Fe, Arte y Mito. En dicho evento se habló muchísimo acerca de tres importantes figuras de la literatura cristiana occidental: G.K. Chesterton, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis.

Estos autores, verdaderos gigantes literarios, son realmente una fuente de sabiduría y actualidad impresionante. Los temas que abordaron y la manera en que enfrentaron la fría y secular realidad de su tiempo consolidan una hazaña simplemente admirable y se adelantaron mucho a problemáticas que han explotado en nuestros tiempos.

¿Qué es lo que estos tres gigantes como Chesterton, Tolkien y Lewis pueden enseñarnos a nosotros en este convulso siglo XXI? Bueno, realmente mucho. Procederemos a enumerar unas cuantas enseñanzas que podemos extraer de ellos.

Sin embargo, claro está, este artículo no será suficiente para enumerarlas… aunque, siendo justos, tampoco lo sería un libro entero, por lo que no cuesta nada intentarlo.

Y si no, habrá que hacer más artículos sobre Chesterton, Tolkien y Lewis. En fin, ¡comencemos!

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Chesterton y el asombro existencial

Chesterton considera que la realidad es en sí misma un milagro, nosotros somos personajes de una magnífica novela que escribe Dios. Los niños son quienes más pueden percibir esto, pues para ellos el universo es algo nuevo y fascinante.

A medida que crecemos, lamentablemente, vamos perdiendo esa sensibilidad. Él nos exhorta, pues, a intentar recuperarla. «La mediocridad posiblemente consiste en estar delante de la grandeza y no percatarse».

Chesterton y la humilde defensa de la verdad

Chesterton siempre buscó la verdad con humildad y fervor. Discutía sin cesar en los bares y en los periódicos con las figuras intelectuales más importantes de su tiempo. Sin embargo, nunca debatía de forma amarga o vanidosa, sino que siempre lo hacía con humor y alegría (algo que también se ve constantemente en sus escritos).

Llegó a la Iglesia Católica en el año 1922 y desde entonces nunca más se alejó de ella, instando siempre a todos a que buscaran la verdad por encima de todo, pues: «Una cosa muerta es arrastrada por la corriente. Solo algo vivo puede ir en contra de ella».

Chesterton y la alegría de la fe

Chesterton siempre profesó el buen humor y la alegría ante la existencia. Veía la vida como una gran aventura y la Fe como el mayor don que podemos llegar a poseer. Una fe verdadera, por tanto, no puede ser pasiva. ¡Dios existe! ¡Cristo ha resucitado! Nada puede extinguir esta alegría en nosotros.

El mismo Cristo, dice Chesterton, fue el ser más alegre de todos: «Cuando caminó sobre nuestra tierra, había en Él algo demasiado grande para que Dios nos lo mostrara; y algunas veces imaginé que era Su alegría».

Tolkien y la eucatástrofe de la historia

Tolkien acuña el término «catástrofe» que originalmente designaba el repentino desenlace negativo de una historia (en las tragedias, por ejemplo, cuando de repente todo terminaba mal) y le agrega el prefijo «eu», que significa «bien».

La eucatástrofe es, entonces, una buena catástrofe, un «final feliz» mediante el cual las lágrimas de pena se transforman en lágrimas de alegría. Y esto no solo ocurre en los cuentos de hadas: «El nacimiento de Cristo es la eucatástrofe de la historia del Hombre. La Resurrección es la eucatástrofe de la historia de la Encarnación. Esta historia comienza y termina en alegría».

Tolkien y el misterio de la vocación

Todos nosotros somos pequeños en hombros de gigantes, simples hobbits llamados a la grandeza de la santidad. ¿Cuál es nuestra misión en la vida? ¿Cómo la cumpliremos? ¿Por qué nosotros y no otros? Eso es algo que ninguno de nosotros puede saber.

Sin embargo, aunque la vocación sea un misterio, eso le confiere una dimensión mucho más elevada: nuestra vida es una aventura única, pensada desde la eternidad para ofrecernos como un servicio a planes superiores: «Creo que esta tarea te corresponde a ti, Frodo y si tú no sabes cómo llevarla a cabo, nadie lo sabrá».

Tolkien y la llama de la esperanza

A pesar de lo oscuras que puedan ser las situaciones en que se encuentran los hobbits, siempre hay en última instancia un repentino giro de los acontecimientos. Siempre es posible una eucatástrofe y toda la historia de la humanidad está a la espera de una eucatástrofe final (el Juicio Final).

Por tanto, es un deber para nosotros nunca apagar el fuego de la esperanza a pesar de las vacilaciones y los conflictos que podamos enfrentar: «Pero no te envío solo por tu valor, sino para llevar al mundo una esperanza que tú ahora no alcanzas a ver, y una luz que horadará la oscuridad».

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Lewis y la sed de Dios

El hombre, dice Lewis, naturalmente busca a Dios. En la naturaleza hay deseos y no hay deseo que no pueda ser satisfecho con algo determinado. Si tenemos hambre, hay comida, por ejemplo.

Sin embargo, el hombre tiene deseos de eternidad, de encontrar un bien que no se acabe… tiene, en fin, sed de Dios. Por tanto, solo Él puede saciar nuestras aspiraciones más profundas.

Solo en Él y con Él podemos encontrar el verdadero sentido de nuestra vida: «Si encuentro en mí mismo un deseo que nada de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo».

Lewis y la esencia de la conversión

A lo largo de las aventuras de los niños en Narnia suceden muchas conversiones: Edmund, Eustace, Emeth… Hay muchos casos de individuos que experimentan una verdadera «metanoia» al encontrarse con Aslan, personaje alegórico del mismísimo Cristo.

Sin embargo, esto no significa que sean perfectos, o que una vez convertidos ya tengan suficiente Fe. Lewis nos enseña que la conversión es un camino: «Un cristiano no es alguien que nunca hace nada malo, sino un hombre que es capaz de arrepentirse y restaurarse y empezar de nuevo después de cada tropiezo».

Lewis y Aslan y la Caridad

El Amor es un misterio insondable, así es como Lewis lo expresa con el personaje de Aslan. No merecemos su amor, muchas veces incluso lo rechazamos y lo traicionamos.

Sin embargo, Él nos sigue amando, se sigue sacrificando y persiste en buscar nuestro bien aunque nosotros mismos no lo hagamos. Aslan nos ama y siempre está con los brazos abiertos para recibir a todos los pecadores arrepentidos del mundo: «Esta es la maravilla de las maravillas: que él me ha llamado «Amado», a mí, que no soy más que un perro…».

Lecciones finales de Chesterton, Tolkien y Lewis

Decía Chesterton que «a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tiene el coraje de ser inactuales». Esta es, sin duda, una buena forma de resumir a estos tres gigantes: un puñado de valientes inactuales, un grupo de ilustrados, una trinidad exultante… tres hombres que han mantenido a la Cruz en lo más alto en medio de un mundo oscurecido por la mentira y por el dolor. Y esta es la mejor enseñanza que podemos extraer de ellos.

Entonces, ¡adelante! Leamos, discutamos, elevemos la voz. Y sobre todo, amemos, que sin amor nada vale. Y si a la Gracia de Dios le añadimos nuestras pequeñas obras, tal vez un día nos encontremos con estos gigantes en la Nueva Jerusalén.

¿Conoces otros pensamientos de Chesterton, Tolkien y Lewis que quieras compartirnos? ¡Déjalos en los comentarios!