Ayer más de 50 madres lloraron la muerte de sus hijos y el mundo entero se conmovió, una vez más, por la muerte sin sentido producto del odio más profundo. Aún me cuesta entender cómo es que hemos llegado a estos extremos. Y sí, estoy hablando en plural, me estoy incluyendo. Me incluyo desde que soy consciente que en algún momento he despreciado a alguien, desde que en el secreto de mis pensamientos he juzgado a alguno y en el silencio de mi oración no he incluido a todos.

¿Qué es lo que está pasando?, ¿cómo fue que llegamos a esto? ¿Fueron las políticas de las ventas de armas?, ¿la homofobia?, ¿la radicalidad de un grupo religioso? ¡Por favor que alguien me de una respuesta! La única respuesta que encuentro es que el verdadero problema está en el corazón del hombre, un corazón que parece haberse endurecido, un corazón que empieza a volverse selectivo, que a unos quiere y a otros rechaza, que cuando no piensan como tú, entonces no valen y tú tampoco vales por pensar distinto:

Hermanos, lo estamos haciendo. Estamos contribuyendo a este odio sin darnos cuenta.


pablo (2)


¡Basta de señalar con el dedo!, ¡basta de colocarnos en bandos! Todos somos seres humanos creados por el amor de Dios. Como católicos con mayor fuerza deberíamos tener esto bastante claro, tendríamos que saber que nuestra misión en el mundo es hacer conocer el amor profundo, misericordioso, único y personalizado que Dios tiene para cada uno de los hombres. Si nosotros, los católicos, no tenemos esto claro, estamos haciendo muy poco. Hermanos nuestros han muerto producto del odio. Ese es el hecho. Si no te duele esa muerte algo no está bien en tu corazón.

«Este sano realismo de la Iglesia católica: la Iglesia católica jamás enseña «o esto, o esto». Eso no es católico. La Iglesia dice: «Esto y esto». ‘Haz lo perfecto: reconcíliate con tu hermano. No insultarlo. Ámalo. Pero si hay algún problema, al menos ponte de acuerdo, para que no estalle la guerra’. Este sano realismo del catolicismo. No es católico «o esto, o nada»: eso no es católico. Eso es herético. Jesús siempre sabe caminar con nosotros, nos da el ideal, nos acompaña hacia el ideal, nos libera de este enjaularse de la rigidez de la ley y nos dice: «Pero, hagan hasta el punto que puedan hacer». Y Él nos entiende bien. Este es nuestro Señor, esto es lo que nos enseña a nosotros».

Mis oraciones por las familias que en todo el mundo lloran la muerte sin sentido de un ser querido «producto de la locura y el odio insensato», usando las mismas palabras del Papa Francisco. Mis oraciones por todos nosotros, porque en nuestro corazón empecemos a buscar el amor de Dios.

«El día que los católicos distingamos entre qué personas son dignas de una oración y qué personas no, dejaremos de ser cristianos» (Mauricio Artieda).