El matrimonio: qué cambia cuando está Dios en el centro

El matrimonio es una aventura para la que literalmente hay que empacar. Después del «sí», te vas de casa, te despides, dices chao pero no adiós, empacas la vida entera en cuatro o cinco maletas, inicias una nueva vida con la persona que amas y todo cambia.

Cambia del cielo a la tierra. Ya no te despiertas solo, no desayunas solo, no planeas solo, ahora todo viene en un combo de 2×1. Dos personas se convierten en una sola carne.

Y la convivencia…. la convivencia puede convertirse en una pesadilla o en una oportunidad hermosa para aprender a donarnos más y mejor. Sabemos que cada matrimonio es un mundo, cada relación tiene sus altos y sus bajos y cada corazón ama a su manera.

Sin embargo hay algo o más bien alguien, que nos puede hacer la vida más fácil: Dios. Si nos casamos por la Iglesia, además de salir cogiditos de la mano con las argollas puestas, salimos con un regalo único, invaluable, maravilloso: su bendición.

Ya no somos dos, ¡somos tres! Cuando haga falta más amor, más valentía, más fuerza, más de lo que sea, no estaremos solos, podremos recurrir a Él.

El matrimonio es distinto cuando contamos con Dios y quisimos hacer estas caricaturas con algunos ejemplos para que lo entiendas mejor ❤️

1. Discuten… pero la reconciliación es más rápida

El matrimonio: qué cambia cuando está Dios en el centro

Compartir el mismo techo nos impide salir corriendo a la primera. Ya no discutimos y nos vamos cada uno para nuestra casa a despejarnos o a hacer otras cosas. Ya no apagamos el celular y nos desaparecemos una tarde entera o ignoramos las llamadas.

Vivir juntos nos obliga a vernos a los ojos, a encontrarnos de nuevo a la hora de la cena, a compartir la cocina, la oración para antes de dormir con los niños. Y cuando llega la noche, oh sorpresa tenemos que compartir la misma cama. No hay un cuarto para Carlos y otro para Nory.

Pero cuando estamos casados y tenemos a Dios en el centro, conocemos más de cerca la palabra «perdón». Sabemos que hay que aprender a ser más humildes, que al fin y al cabo somos uno y que lo que nos hagamos nos lastimará a los dos.

Si estás casado y tienes a Dios, la reconciliación es más rápida. Se pide perdón más fácil, se agacha más la cabeza y si nada de esto pasa, se le pide ayuda a gritos o con señales de humo 😅  y Él escucha.

2. La piensan dos, tres y hasta 84 veces antes de meter la pata

Con «meter la pata» no piensen solo en el hecho de ser infiel, sino en cualquier detalle que puede impactar negativamente en la relación. Sobra decir que si me casé y dije «sí» libremente, no tengo porque estar buscando lo que no se me ha perdido.

No tengo que darle campo a la tentación, y así mismo tengo que tener siempre presente, que lo que haga yo, repercute en mi pareja. Si sé cuáles son las cosas que lo molestan, evito al máximo hacerlas.

Si sé que decir mentiras no me va a traer nada bueno, ¿para qué decirlas? Si sé que a mi esposo lo pone de los nervios que haga x cosa, ¡pues no la hago!

Si nos amamos, hagamos todo para que ese amor crezca y se fortalezca. Escuchemos más, fomentemos más el diálogo, seamos más pacientes, más tiernos, más humildes.

3. Tendrán un escudo antibalas para educar a sus hijos

El matrimonio: qué cambia cuando está Dios en el centro

¿Se tiene que hablar del tema de los hijos antes de casarse? ¡Sí! ¿De verdad? ¡Sí! No podemos casarnos con suposiciones, pensando que «es obvio que él quiere hijos».

«Es obvio que no estaría de acuerdo en que nuestros hijos quieran ser un día hombres, al otro mujeres y al otro unicornios». «Es obvio que no estará a favor del aborto», «es lógico que le dirá no a la eutanasia». «Es obvio que no estará de acuerdo en que el consumo de pornografía es normal».

No nos casemos sin antes hablar de valores, de lo que de verdad nos importa. No demos por sentado que nuestra pareja pensará y actuará igual que nosotros. ¡Estos temas deben discutirse con amor antes, cuando somos novios!

Si para ambos la prioridad es Dios, compartimos los mismos valores y tenemos clara cuál será la educación que le daremos a nuestros hijos, ¡tendremos un escudo de protección maravilloso!

4. Trabajarán juntos por un regalo que no compra ni Mastercard: la santidad

El matrimonio: qué cambia cuando está Dios en el centro

«¡Ay Nory pero qué cursi, qué bobadas dices! Ahora nadie cree en el amor verdadero y mucho menos en llegar a la santidad». Antes de que yo me convirtiera de verdad, la idea me sonaba ridícula.

¿Cómo es eso de que además de que me caso mi deber es llevar a mi esposo o esposa al cielo?, ¿por qué?, ¿no es suficiente con cumplir con lo mío? Pues no, resulta que cuando somos esposos el amor se transforma, se recubre de una gracia especial, nuestro amor le apunta al cielo, a lo eterno.

Si nos casamos, Dios nos permite verlo a Él mismo en nuestra pareja. Nos abre los ojos del alma y del corazón, nos recuerda que fue Él quien nos permitió conocernos, unirnos, traer hijos al mundo.

Si amo a Dios y Dios me dio a mi esposo o esposa, ¡voy a querer lo mejor para él, lo voy a amar con todo mi ser y voy a hacer todo lo posible para que esté bien, para que sea feliz, para que llegue al cielo!

5. Serán más agradecidos y serviciales

Podrán pensar, vale pero una pareja que simplemente vive en unión libre también puede ser más agradecida y servicial, ¿o no? Sí, efectivamente cualquiera que se lo proponga puede lograrlo.

La diferencia radica en que cuando en un matrimonio está Dios en el centro, tanto el esposo como la esposa se dan cuenta de que han recibido ¡tanto, pero tanto de Dios!

Si oramos juntos y hacemos lo posible por permanecer en gracia, entendemos que somos afortunados por tener hasta lo más pequeño. Surge un deseo de compartir, de ayudar a otros a que entiendan que con Dios todo funciona mejor.

Nace y brota del corazón de ese matrimonio la palabra gracias y las ganas de poner al servicio de los demás lo poco o mucho que tenemos.

Si eres casado dime en los comentarios qué opinas, ¿estás de acuerdo?, ¿qué punto te gustó o te sorprendió?, ¿por qué se sienten agradecidos con Dios?, ¿qué es lo más lindo que han vivido en su matrimonio? ¡Los leo!

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