El video de nuestro post comunitario trata acerca del caso real de una cárcel de Noruega, donde se considera a los prisioneros como personas normales, como si fueran cualquier ciudadano que va de compras, trabaja o estudia. Se trata de una prisión ubicada en la isla noruega de Bastoy. A ella pueden acceder quienes cumplan unos requisitos: en la isla se puede vivir por un máximo de cinco años y solo admiten a quienes han cumplido con la mayoría de su condena.  En Bastoy hay 115 presos, No puede haber en la isla ni uno menos ni uno más. En este lugar  los reclusos buscan día a día su reinserción en la sociedad.

Veamos qué dicen nuestros blogueros sobre este interesante tema.



Luis Javier Moxó

Autor del blog: Echad vuestras redes

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¿Qué juicio justo hemos de tener con los culpables de un daño a personas y cosas? ¿Qué condena justa o castigo puede compensar a esos daños?, ¿recluyendo, excluyendo, aislando? ¿Se pierde la propia dignidad humana cuando se pisotea la de los demás y sus propiedades? ¿Dejan de ser personas los delincuentes en algún momento, incluso aunque se comporten sin educación o como verdaderos animales? ¿Son eficaces los actuales medios y lugares de cumplimiento de condenas?

Pienso que antes de juzgar, echar culpas o valorar métodos desde una supuesta inocencia total, hemos de ver bien lo que nos intenta “vender” este vídeo: la reeducación o reinserción social en un entorno aislado, vivido con respeto a la propia dignidad y con el tiempo empleado en actividades constructivas, positivas, puede servir de mejor ayuda para no reincidir en la misma equivocación.

Apliquemos esto a nuestra realidad cotidiana como cristianos, con nuestra conciencia de pecadores que una y otra vez hemos de pedir perdón y levantarnos, sobreponernos, a nuestras debilidades. Una y otra vez nuestros errores, faltas e incluso pecados son muy similares. No por ello hemos de avergonzarnos o desesperarnos del necesario arrepentimiento, la buena confesión y el verdadero propósito de no volver a pecar, a caer en lo mismo. Pero lo cierto es que muchas veces no frecuentamos, como necesitamos, el sacramento de la Reconciliación.

Se nos presenta el corazón del Padre, este año especialmente, como esa isla purgativa del mal que llevamos como carga. A solas con Él, que nos ama profundamente, podemos siempre recobrar nuestra libertad. y dignidad para reconocer nuestra pequeñez, y recuperarnos para nosotros mismos, para los demás y para Él. Aprovechemos este tiempo que se nos da en este lugar tan confortable, el corazón de Dios Padre, todo Misericordia, mucho mejor que cualquier isla bonita y paradisíaca. Aumentemos nuestra oración y adoración en espíritu y verdad, contemplando su infinita belleza. Y así podremos renovar las veces que sean necesarias nuestra actitud de humildad y sencillez, con alegría, siguiéndole, como hombres y mujeres nuevos.


Néstor  Mora

Autor de blog: Eclesias TIC

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Pienso en dos ejemplos de prisioneros cristianos: Maximiliano Kolbe, fraile franciscano encarcelado por los nazis. Pavel florenskij, físico, ingeniero y sacerdote ortodoxo, encarcelado por el régimen comunista ruso. Ambos vivieron y fueron asesinados en condiciones inhumanas, pero hicieron de su cautividad el sentido de su vida. Ambos encontraron a Dios en quienes sufrían como ellos. Ambos legaron una espiritualidad de frontera que rebasa las consideraciones que se muestran en el video. Cito un párrafo de la obra “La columna y el fundamento de la Verdad” del P. Pavel Florenskij: «La ascesis no crea al hombre “bueno” sino al hombre bello, y el rasgo distintivo de los santos no es propiamente la “bondad”, que puede estar presente también en personas carnales y muy pecadoras, sino en la belleza espiritual, la belleza cegadora de la persona luminosa y radiante, absolutamente inaccesible al hombre grosero y carnal. “Nada es más bello que Cristo”, el único sin pecado».

¿Ser bien tratado nos da dignidad? Miro a Cristo y veo que la dignidad proviene de evidenciar la imagen de Dios que hay en todos nosotros. ¿Lo exterior es lo que nos transforma interiormente? Miro a Maximiliano y a Pavel y me pregunto sí la santidad de ambos dependió del trato recibido y en qué sentido. ¿Qué nos ofrece el buen trato? La posibilidad de reencontrar un equilibrio afectivo que muchos de los reclusos habían perdido. No es cristiano maltratar a un ser humano, pero también sabemos que lo que nos trasforma es la Gracia de Dios, no el trato que recibimos de los demás. Como cristianos no podemos quedarnos en ser “buenas personas». Tenemos que ir más allá de los porcentajes y las comparaciones del mundo. Cristo nos llama a ser santos.


Xiskya Valladares

Autora del blog: Xiskya

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«Las emociones son contagiosas. Todos los conocemos por experiencia. Después de un buen café con un amigo, te sientes bien» (Goleman). Cuando alguien cree en ti, haces todo por no fallarle a esa persona. Si te dan libertad, buscas cómo no echarla a perder. Parece algo lógico. Pero es algo que nos cuesta mucho aplicar con personas que nos resultan una amenaza. Da igual si están en la cárcel o no.

En realidad, esto es lo que hizo Jesús con nosotros. Siendo pecadores, nos trató como santos demostrándonos cuán importantes somos para Dios. Él es quien siempre confía en nosotros a pesar de todos nuestras limitaciones y pecados. Todo esto nos lleva a cuestionarnos. Si recibimos tanto amor y confianza, si descubrimos que nos hace bien la libertad y las expectativas positivas. ¿Por qué no construir un mundo mejor contagiando lo que recibimos? Es solo una cuestión de «dar gratis lo que gratis hemos recibido».


Pilar V. Padial

Autora del blog:  ¡Vive celebra la vida!

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No sé si el motivo del mayor índice de rehabilitación de los presos de esta isla es el mejor trato recibido o no, probablemente sí. De hecho, no es el único lugar en que se les trata bien puesto que muchas personas intentan ayudarlos de diversas maneras. Lo que de veras me interesa preguntarme es si tan solo se debería tratar bien a alguien si ello da un buen resultado práctico. Creo que no, estoy convencida de que es nuestro deber, ya que toda persona tiene una dignidad infinita como hijo de Dios. Él mismo “llueve sobre buenos y malos” sin hacer distinciones.

A veces se comete el abuso opuesto: se trata mal a los que se portan bien porque de todos modos seguirán portándose bien y sin dar problemas. Eso es completamente injusto. En mi opinión, a menudo nuestra sociedad tiene un criterio demasiado pragmático a la hora de elegir su comportamiento, en lugar de hacerlo por principios y por justicia. Mi conclusión sería la del refrán popular: “haz bien y no mires a quien”. Incluso cuando parece que no dé resultado, hecho por Dios, tiene un valor infinito y a la larga da su fruto.


Carlos Romero Villarroel

Autor del blog: El blog de CarlosRomeroV

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“Tratar a los otros como personas” puede sonar algo muy obvio o algo que todos sabemos y que no merece una reflexión. Sin embargo, creo que es algo de lo que muchas veces nos olvidamos. En nuestros ambientes cotidianos (en el trabajo, en la escuela, en la universidad, etc.) ¿tratamos a quienes pasan a nuestro lado o a quienes entran en contacto con nosotros como personas que merecen respeto y que tienen dignidad? ¿Reconocemos en el “otro” a una persona que es, al igual que yo, hijo de Dios?

Recuperar el valor de la persona humana es una tarea que los cristianos debemos enfrentar día a día, en un mundo donde la violencia y el odio están conduciendo a nuestras sociedades a crear personas egoístas que no son capaces de mirar más allá de sus narices. Es tarea nuestra que esta reflexión no se quede solo en lindos deseos y se convierta en una realidad cotidiana. ¿Cómo? Viviendo cada día el desafío de reconocer al “otro” como una persona igual en dignidad a cada uno de nosotros, no olvidando que también es amada por Dios. A todo esto, agreguemos algo de lo que nos invita Papa Francisco en el Jubileo de la Misericordia: reconozcamos al otro como una persona que, al igual que tú y yo, es abrazada por la misericordia de Dios que perdona, acoge y llena la vida de esperanza. Así como a los prisioneros en Noruega se les da una nueva oportunidad para recomenzar, así Dios nos abraza a cada uno perdonándonos siempre. Que este abrazo que Dios nos da con su misericordia nos ayude a apreciar el valor que tiene cada ser humano.