

Nuestra vida tiene tantos momentos y matices en donde, a veces, se hace un poco difícil descubrir – en medio de tantas experiencias, voces y emociones – la llamada que Dios nos hace en nuestro día a día.
A medida que nos hacemos amigos del Señor Jesús y nos experimentamos amados por Él, nos damos cuenta de que queremos seguirlo más de cerca y llevarlo a otros todo el tiempo.
Es una experiencia personal, donde algunos descubrirán que se sienten más plenos en la vivencia del amor cuando se dan totalmente a Dios por amor a los demás, como es el caso de quien se siente llamado a la vida consagrada.
Como también podremos descubrir que nos sentiremos más plenos viviendo el amor con una persona particular, como lo es la vocación al matrimonio.
1. Una llamada que anhelamos contestar
Dios sale al encuentro de cada persona. Sus formas no han cambiado mucho respecto a hace dos mil años. Jesús en medio del día, mientras cada persona se encontraba en su actividad, los fue llamando. Tal es el caso de Mateo (Mt. 9:9-13), Santiago, Juan y Pedro (Mt. 4:18-22), entre tantos otros.
Así mismo, Dios sigue llamándonos a cada uno de nosotros en medio de nuestro trabajo, en nuestro día a día.
Y lo que más impresiona de ser llamado por Dios es que, aunque sintamos que apenas lo estamos encontrando y conociendo, no tardaremos mucho en decir al igual que Pedro «Señor, Tú lo sabes todo» (Jn. 21:17).
Dios no es ajeno a lo que nuestro corazón anhela, y conoce perfectamente cómo hacer cada vez más pleno nuestro corazón, que en sí solo será totalmente pleno en el Cielo.
Es por eso que la apertura del corazón hacia el llamado de Dios es el primer paso para empezar a vivir plenamente nuestra vocación.
2. Una llamada que es singular
A lo largo de los años hemos encontrado el testimonio de tantísimos matrimonios que buscan acoger el llamado de Dios en sus vidas, viviendo cristianamente en sus familias, practicando las virtudes cristianas, haciendo lo mejor que pueden por acoger la gracia de Dios en medio de sus tareas diarias y en medio de su fragilidad también.
Y lo que más nos ha sorprendido de cada pareja que hemos encontrado es que ¡cada una es un mundo diferente!
Por eso podemos afirmar que, si bien como bautizados tenemos una tarea en el mundo, también debemos reconocer que cada familia necesita discernir el modo particular en que Dios la llame a vivir su vocación matrimonial, siendo testigos de Él en su estado de vida.
La Iglesia, como buena madre y maestra que es, nos ayuda a esclarecer muchísimos elementos propios de la vocación matrimonial, que son común a todos los matrimonios: el sentido esponsal del cuerpo, el don de la sexualidad, la apertura a la vida, vivir la vocación de la paternidad, la santificación por medio del trabajo y la misma vocación, entre otros elementos.
Si bien son comunes a toda vocación matrimonial, adquieren una expresión particular en cada pareja, según la realidad propia en la cual se encuentre.
3. Llamados a santificarnos en nuestra realidad
Sin embargo, en medio de todos esos elementos comunes, hemos de descubrir – según la realidad particular de cada matrimonio – el modo en que Dios quiere santificar a los esposos.
Dios mostrará el modo singular en que los esposos están siendo llamados a vivir la santidad. En la medida en que tengamos una disposición de apertura y docilidad a la acción del Espíritu Santo podremos empezar a reconocer ciertos rasgos que nos confirmen el llamado que Dios nos tiene.
Podemos empezar por preguntarnos ¿qué contexto me rodea?, ¿cuáles son las preguntas que hay en el corazón de quienes me rodean?, ¿cómo se puede plasmar el Evangelio en esta realidad?, ¿cómo respondería Jesús en estas circunstancias concretas?, ¿cómo los dones que he recibido me permiten responder a esta realidad?
Por último, es necesario aprender a volver sobre la propia experiencia vocacional, y junto con el Señor descubrir el modo particular en que se va a expresar este llamado.
Pidamos continuamente la ayuda del Espíritu Santo para que permita discernir el camino que Dios pueda estar señalando a cada pareja de esposos. Y así evitar la tentación de compararnos con la vida y misión particular que tengan otros matrimonios a nuestro alrededor.
Por último, si te encuentras en un proceso de discernimiento vocacional, quiero recomendarte nuestro taller «Criterios para acertar en mi discernimiento vocacional». ¡De seguro te dará muchas luces!
Los autores Gary e Isabela cuentan con un proyecto, Volver a lo esencial, donde tratan temas sobre el amor humano y las relaciones de pareja.
Quisiera ser religioso, pero tengo mieedo que cuando lo sea, quiera tener pareja 😑… no quiero jugar con Dios, solo quiero encontrar una Luz que me lleve a Dios…..
Que difícil ese tema legalmente😅
Estoy yo igual pero lo contrario. Tengo miedo y no quiedo que al hacerme religioso dios quiera que sea sacerdote cuando no quiero vivir El resto de mi vida solo y yo si quiero casarme. Yo soy hombre de familia yo quiero mucho a mi familia. Y tampoco quiero permanence celibato El resto de mi vida.
A veces pienso que no devi casarme
La vida matrimonial es difícil?🤔