

Tengo un gusto musical muy amplio – y un poco contradictorio, a veces -. Pero los Montaner no figuran en esa playlist, como ningún artista similar. Ni de lejos. Por eso, no sé cómo los algoritmos intercedieron para que llegue hasta mí un canto «A María». No es nueva, pero sí se lanzó una nueva versión unas semanas atrás.
Aunque ya me sonaba que, sin ser católico, profesaba una fe cristiana, me sorprendió ver que dedicaba una canción a nuestra Madre.
Aunque la canción podría resonar más fuerte en tiempo de Navidad, lo cierto es que me la encuentro a fines de enero y encuentro dos elementos de su letra que podemos llevar a la meditación. Como digo, en cualquier momento.
Jesús, tan humano, tan divino
En este canto a María, lo primero que me llamó la atención es cuando decía a nuestra Madre «Que besabas a Dios al besar a tu niñito».
Cada vez que me toca dar catequesis, enseño, recuerdo e insisto en que Jesús es una Persona, no debemos olvidarnos de eso; verdadero Dios, verdadero hombre, un ser personal al que tratar como un amigo, un hermano, un amante cariñoso y cercano.
Hemos de acercarnos a su humanidad, para entender qué cerca está de nosotros y cómo camina a nuestro lado.
Y, por otro lado, dejándonos interpelar por su humanidad vemos también su divinidad, a la que adoramos, alabamos y acudimos en acción de gracias, en reparación.
¡Qué impresionante que María tenía esto presente cada día! Que podía jugar con su Hijo y, en ese rato de miradas y sonrisas, hacía oración.
Contemplando con frecuencia el Evangelio aprenderemos a imitar a nuestra Madre y a san José. Ellos nos enseñarán a tratar con sencillez y confianza a Jesús, como Hombre, como Dios.
Dios se alegra con los hombres
El segundo verso que me hizo sonreír fue «Enhorabuena gritaba Dios desde lo alto», al contemplar la Encarnación, el Belén, la llegada de los reyes magos.
Dios Padre que preveía este plan salvífico, se alegraba con los hombres de que les había nacido el Salvador. Se alegraba con la sencillez de su Hija María, se alegraba con la docilidad de su hijo José, se alegraba al ver a Jesús que a su vez se alegraba con quienes lo rodeaban.
Creo que es un lindo pensamiento: cuando agradecemos a Dios por algo bonito, no solo verlo como el «proveedor» de una gracia – aunque sea quien nos las concede -, sino como el Padre – que también es una Persona – que «salta» – figuradamente – de gozo con nosotros.
Como unos amigos que festejan un gol espectacular abrazándose fuerte, brincando, levantando los brazos, cantando. No es exagerado: pienso que Él incluso se alegra más que nosotros.
En Cristo vemos al Padre – «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14, 7-14) aseguró a Felipe -. Ya Jesús lo vemos mirar con amor, comer con sus amigos, llorar por sus seres queridos, tener miedo. Para que entendamos cómo Dios se acerca a compartir nuestra vida, nunca indiferente a lo que nos pasa.
¡Qué lindo no perder conciencia de esto y dejarnos acompañar, de mano de María!
Gracias por compartir el video y tu reflexión, me hizo recordar lo privilegiados que somos por haber tenido a la divinidad, al Dios mismo, hecho hombre entre nosotros, no puedo tan solo imaginar lo que sintió María al tener entre sus brazos al Dios encarnado. bendita sea por siempre la virgen María, madre de Dios y de todos nosotros. Amen!
Me encantó