

En este momento en que el mundo tiene sus ojos puestos en la dramática situación que se vive en Israel y Gaza, son diversas las reflexiones que se suscitan con relación a la guerra y la paz. ¡Es importante sumarse a ellas! Todos, independientemente de dónde habitemos, debemos cuestionarnos y responsabilizarnos de nuestro papel en la construcción de un mundo más justo y pacífico.
Para ello, quiero invitarte a que veas el video de la canción «Raise us up». Es un tema hermoso que nos recuerda cuál es la verdadera batalla a la que Dios nos llama.
Puedes disfrutarlo aquí:
¡Levántanos!
«Raise us up» es una composición musical en la que jóvenes árabes y judíos cantan en sus lenguas maternas «Levántanos», pidiendo a Dios que en medio de la guerra, del sufrimiento, del miedo y de la muerte, sea Él quien levante a sus hijos con fe y valentía para hacerlos guerreros que no se dan por vencidos. Pero, ¿cuál puede ser esa batalla a la que se sienten convocados?
Esa es la pregunta clave y en Jesús encontramos una respuesta clara. El combate que enfrentamos es contra el mal y la oscuridad, contra aquello que no permite la llegada y la instauración del Reino de Dios.
Un reino que nada tiene que ver con el poder bélico, económico o social. Al contrario, es uno que convoca a la unidad, a la paz, al amor a Dios, a los hermanos y al entorno que nos rodea (Rm 14, 17-19).
Somos libres para defender la paz.
La invitación de levantar las manos al verdadero Rey nos recuerda quién debe estar realmente a cargo de nuestras vidas. Cristo vino a liberarnos de cualquier ideología o programa que solo busca satisfacer un interés personal. Él es la verdad que nos lleva a la plenitud, que rompe con las distinciones de raza, género o condición social, y nos hace una nación universal.
Por ello, Jesús es presentado en las Escrituras como el príncipe de la paz (Is 9,6), aquel que trae una buena noticia que logra transformar el mundo, porque nos enseña y nos da muestra de cuál es el antídoto eficaz contra la guerra, el egoísmo y la división. ¿Sabes la respuesta, verdad?
El arma del soldado de Cristo que busca la paz del mundo
Es el amor. Un amor que es capaz de dar la propia vida en rescate del otro, que no juzga, no es rencoroso ni orgulloso. Perdona sin límite y se entrega sin esperar recompensa a cambio (1Co 13, 4-7). Ese es el verdadero instrumento de defensa y ataque de quienes seguimos a Cristo.
Como lo afirma Pablo en la carta a los Romanos, al mal no se le vence con más de lo mismo, es la caridad la que debe ser la respuesta, incluso y de manera particular, con aquellos que consideramos nuestros «enemigos».
Esto es fundamental, porque como bien lo señalaba el papa Francisco recientemente, en la guerra solo hay perdedores, nadie puede salir victorioso cuando la vida y el bienestar de miles de personas están de por medio.
¿De qué se alimenta un buen guerrero?
Ante todo, debemos tener conciencia de que nuestro mejor alimento viene de Dios, porque Él es el que logra sacar de nuestra vida todo deseo de venganza, de poder desmedido o de egoísmo. Vaciarnos de los sentimientos mundanos y llenarnos de Dios es el primer paso para ser sus soldados.
En segundo lugar, tenemos la oración, mediante la cual nos acercamos a la Palabra para descubrir las respuestas y claves que nos permitan hacer frente a los desafíos del mundo; para nutrirnos de esperanza y pedirle a Dios que sea Él quien haga morada en nuestros corazones.
En tercer lugar, está la acción del Espíritu Santo, quien con su fuerza hace posible que reconozcamos nuestros errores, pidamos perdón y perseveremos en mantener la armonía a nuestro alrededor. Que seamos luz y no oscuridad.
Y por supuesto, nuestro alimento principal es la Eucaristía, porque nos llena de la presencia salvadora y amorosa de Cristo.
¿Quiénes estamos llamados a esta batalla?
El género humano que ha sido creado por Dios. Todos somos hermanos en Cristo. Por ende, estamos convocados a defender la paz, la sana convivencia y la vida de las personas sin ningún tipo de distinción.
Sin embargo, los cristianos tenemos un compromiso mayor. Jesús nos ha encomendado anunciar la buena nueva y ser testimonio de su presencia en el mundo. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Ser artesanos de paz como lo expresa el papa Francisco en su encíclica «Fratelli Tutti». Utilizar nuestro ingenio y creatividad para proponer acciones que permitan restaurar el tejido social, fracturado por tantas heridas que ha dejado la guerra alrededor del mundo. Y que nos ha hecho pensar falsamente que no es posible un mundo en donde podamos vivir en armonía, en paz.
Cada uno de nosotros tiene algo que aportar. Construimos paz en nuestros lugares de trabajo, en el hogar, en la calle, en las redes sociales, en los partidos de fútbol, en las discusiones sobre política o religión. Cada acción suma, por pequeña que parezca.
Si todos nos proponemos, por difícil que sea, que nuestras acciones sean reflejo del amor con que Dios nos ama, seguro que es posible ver un cambio.
La estrategia para pedir por la paz del mundo
Esta batalla que libramos para hacer realidad la paz debe tener como pilar la justicia. Esta es la base sobre la que es posible mantener la armonía. Si cada uno de nosotros es responsable y cumple con sus deberes como ciudadano del mundo, aporta positivamente al bienestar del otro.
También es clave la solidaridad, sentirnos parte de un proyecto común que nos permita trabajar juntos por encima de cualquier diferencia. Esto nos saca del individualismo y del egoísmo que nos vuelve indiferentes ante el dolor del otro.
Por supuesto, está la reconciliación y el perdón. Dos aspectos fundamentales que el Evangelio nos propone y que nos revela a un Dios misericordioso y bondadoso al que estamos llamados a imitar.
Estos dos elementos son tal vez los más atacados hoy en día. Suelen asociarse con debilidad, como si perdiéramos algo o fuéramos objeto de burla cuando ofrecemos la otra mejilla.
Se nos olvida que el mismo Jesús nos dijo que Dios perdonará nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. ¡Dime si no hay gozo más grande que sentirse perdonado por Dios! Eso estamos llamados a hacer con aquellos que nos causan algún mal.
El mayor signo de la presencia de Dios es la paz. Vale la pena preguntarse qué tanto de esta disfrutamos y sobre todo qué acciones llevamos a cabo para hacer realidad el Reino de Dios entre nosotros. Dios no para de actuar, pero está en nosotros el permitírselo.
¡Señor, por favor, haznos instrumentos de tu paz!
Que hermoso mensaje a la conciencia de cada ser humano 🙏🙏🙏
Es muy cierto! La paz debe comenzar por uno mismo! Si no tenemos paz en nosotros; no podremos sembrar esa paz en quien convive con nosotros; y así vamos llenando de violencia nuestros entornos! Bendiciones! Gracias por compartir! 🙏
Seamos constructorea de paz! Como lo propone la Fratelli Tutti.
excelente, aunque no entiendo me hizo sentir algo muy especial
GRACIAS, POR TRAER LA PAZ A TRAVÉS DE ESTA CANCION CON EL AMOR DE LOS JOVENES..
LA PAZ DE DIOS REYNE EN NUESTROS 💕 CORAZONES..
Manda la letra de la canción traducido al español. Por favor.
Dios nos pide a través de su Hijo Jesucristo que demos amor al prójimo como el nos amó, imitando lo haremos un mundo futuro mejor