

Siempre esperamos lo mejor de quienes nos rodean, de quienes nos aman. Desde que nacemos, empezamos a recibir mucho de quienes nos rodean. Siempre hemos esperado recibir y dar lo mejor a los demás. Sin embargo, hay algo para lo cual creo que jamás estaremos preparados psicológica y espiritualmente: una infidelidad. Esto es en lo que pensé al reflexionar en la letra de la canción «Espera» de Mauricio Alen y es sobre lo que te quiero hablar hoy.
¿A dónde nos llevan las heridas del corazón?
¿Hasta dónde me amas? ¿Hasta dónde te amas? Cuando éramos niños, nos era más difícil distinguir en nuestra experiencia personal la fragilidad de las personas. Para un niño no es fácil establecer matices: o me amas, o no me amas, o me cuidas o no me cuidas.
Pero comprender que las personas se equivocan, y que aun así nos aman, es algo que vamos aprendiendo en la medida en que vamos creciendo. Incluso siendo adultos, nos vemos enfrentados a la tarea de asimilar cómo es que alguien que me ama se haya equivocado en la vida conmigo.
Muchas veces aprendemos a aceptar ciertos modelos de amor porque fueron los modelos de amor que aprendimos desde que éramos niños a partir de diversos ejemplos de afectividad que tuvimos: el de nuestros padres, abuelos, tíos, amigos, etc.
Y esos modelos de amor quedan implantados en nuestra memoria y nos decimos inconscientemente «¡así es que se vive el amor!», pero es un amor aprendido como fruto de la herida de alguien más.
Un tesoro en vasijas de barro
Esperamos que el otro nos dé siempre su amor, su tiempo, su paciencia. Es que fuimos pensados por un Dios que es Amor. Y eso mismo estamos llamados a reflejar en nuestro encuentro con otros, un amor libre, total, fiel, que encienda la vida en nuestro interior como todos la queremos vivir.
Sin embargo, llegar a descubrir que esa persona que nos ama tanto nos ha fallado es totalmente decepcionante.
Muchas veces vemos la realidad, incluso vemos las heridas que tienen las personas que tanto amamos: heridas de identidad, afectivas, sexuales, etc., y aun viendo sus fragilidades los aceptamos, pues somos conscientes de que la fragilidad es una parte propia de la condición humana, es algo que nos une.
La gran pregunta que podemos plantear es: ¿Hasta qué punto aceptar esta realidad del otro?
Una mirada realista
Muchas veces la infidelidad del otro nos tomó por sorpresa, es verdad. Pero es cierto también que muchas veces vemos signos del otro que nos muestran que hay heridas de fondo que no le permiten en este momento darme un amor total, como mi corazón lo desea.
La pareja que deja de contestar el celular y desaparece, que se fija en otras personas aparte de ti, que incluso no es fiel a sí mismo y se contradice, constituyen signos de una afectividad que está herida.
Nunca podremos decir que una persona sea mala, eso no nos corresponde, pero sí podemos descubrir sus heridas por medio de sus acciones. Retomando lo que decía anteriormente, conocer la realidad de la historia de nuestra pareja y su familia en términos afectivos nos podrá ayudar a comprender más o menos cuál es la clase de amor que aprendió a vivir nuestra pareja.
No podemos etiquetar y llenarnos de prejuicios: «si tu padre fue infiel, tú también lo serás». Ciertamente, es una aproximación muy dura sobre la vida del otro, pero sí podemos comprender esa realidad y comprender ¿cómo ha aprendido a amar el otro? ¿Qué opina de ciertos modelos de amor? ¿Estaría dispuesto a hacer lo mismo conmigo?
«A mí me pasó»
Atravesar una experiencia de infidelidad es muy difícil, no solo una infidelidad de pareja, sino la infidelidad de nuestras familias cuando no hacen lo que esperábamos, cuando no nos dieron su amor como lo necesitábamos; la infidelidad de o hacia nuestra pareja cuando en la relación no supimos dar ese lugar de exclusividad al otro, o simplemente no le dimos el amor que esperaba; con Dios, cuando traicionamos su amor, le damos la espalda y elegimos lo que tanto daño sabemos que en el fondo nos hace.
Ciertamente, todo esto deriva en una experiencia de ruptura interior que nos rompe. Sentimos que el mundo se nos viene abajo, pero pensemos en el coro de la canción «Espera» de Mauricio Alen:
Espera el fin del temporal,
espera que esto va a pasar
y devolver cada pedazo a su lugar.
Espera el cielo aclarar,
pues ya la lluvia acabará
e iré corriendo para poderte abrazar.
Dios sana los corazones rotos, ¡esperemos en el Señor!
Dios es experto en curar nuestras almas. Él es el médico de almas, y, por tanto, nunca una guerra interior que vivamos será eterna. Las personas que inician proceso psicológico por una ruptura emocional, por una traición hacia sí mismos, muchas veces ven la traición tan superior a sus fuerzas, que se tiende a pensar «este es el fin, de aquí no saldré».
Efectivamente, hay que decirlo: Las infidelidades (del orden y modo que sean) duelen, y duelen mucho. Por eso, es importante no atravesar este proceso solos, pedir ayuda psicológica y espiritual de modo que podamos sentirnos acompañados en nuestros dolores.
La gran paradoja de nuestro tiempo es que nunca antes habíamos estado tan conectados como ahora, pero nunca nos habíamos sentido tan solos como hoy.
Por eso, pedir ayuda en un momento de traición nos permitirá dar pasos que nos lleven poco a poco a comprender mejor nuestra experiencia interior, y a sabernos sostenidos por Dios.
¿Encuentras otros elementos apostólicos en la canción «Espera» de Mauricio Alen?
Los autores Gary e Isabela cuentan con un proyecto, Volver a lo esencial, donde tratan temas sobre el amor humano y las relaciones de pareja.
Estoy pasando por un proceso de infidelidad él se fue de casa hace 3 meses y realmente esto me lastima y de echo ambos venimos de papas separados pero yo quiero recuperar mi familia mi esposo
Este testimonio católico te puede ayudar en estos momentos difíciles. Rezo por ti.
https://youtu.be/63sQrglHGLg