bebe esperar
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[dropcap]E[/dropcap]n algún momento de la historia, la imagen tierna de un bebé o de un niño jugando se ha convertido en la peor pesadilla para algunas personas. Y no estamos hablando de afiches de películas de terror, sino de la vida real. Para muchos hombres y mujeres de la actualidad el decidir no tener hijos –y no estoy hablando de muchos sino de tan sólo uno— se ha vuelto hasta un tema para hacer activismo. Y claro, para otros tantos, es la mejor manera de lucrar. ¿Qué está pasando realmente en nuestros corazones para que estos no se abran al mejor don del mundo?

Estamos rodeados

Como podemos ver en estas imágenes que son realmente escalofriantes –no sólo a nivel de contenido sino también estético— hay empresas que se dedican a convencernos de no tener hijos. Y si nos damos el trabajo de investigar, seguramente la gran mayoría no tiene como negocio principal lo que plantean –la educación sexual o la protección de la integridad de la mujer o la adolescente– sino un lobby pro aborto que sí trae grandes utilidades.

Para entender por qué el mundo está como está, no podemos no ponernos teológicos. Según sabemos los católicos el hombre nace con el pecado original. Nacemos con esta tendencia a hacer el mal. Sin embargo, también nacemos con dos maravillosas armas que bien utilizadas nos aseguran la felicidad verdadera: la inteligencia (para conocer la Verdad) y la voluntad (para escoger por Ella). Aparte como un recontra bonus, tenemos la muerte y resurrección de Jesús, que nos ayudó a reconciliarnos. Si tenemos todas estas facilidades, ¿por qué nos escapamos del amor? ¿Por qué optamos por que nuestra inteligencia y libertad se vayan por el lado oscuro?
Y ahora sí poniéndonos terrenales, si hasta una leona percibe que lo más hermoso son sus cachorros, ¿por qué para nosotros, seres humanos, el tener hijos es algo de lo que nos tenemos que “cuidar”? ¿Por qué no somos capaces de amar sin medida hasta a nuestra propia sangre? Yo creo que la respuesta es sencilla: porque es más negocio no tenerlos y, claro, más fácil. El egoísmo, señores, nos está conquistando.

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Negocios son negocios

Y el egoísmo es lo opuesto al amor. En la clase de Lenguaje del colegio seguramente nos enseñaron que el antónimo de amar es odiar. Pero si nos ponemos a pensar en qué significa amar de verdad no se trata de “no odiar” y ya. Se trata de dar, entregarse, sacrificarse, olvidarse de sí mismo, y claro, eso hace una mamá, eso hace un papá.
Si ponemos este concepto (el amor) como negocio, no es muy bueno (salvo el Día de San Valentín y por razones obvias). Más negocio es a nivel político que las naciones en vías de desarrollo no crezcan demográficamente y les quiten mercado a los países del primer mundo, ya que está comprobado que mientras más población, más mano de obra para la producción de consumo interno que luego puede salir hacia fuera. Más negocio es no tener hijos y que dos sueldos se vayan en comprar artículos de lujo, autos, viajes, ropa, relojes, joyas. Más negocio es convencer a las mujeres a que aborten a que tengan los bebés ya que un aborto “legal” es más caro que un parto en hospital público, seguramente.

En resumen, más dinero da tener personas egocéntricas que no miren más allá de sus narices, que personas que sepan lo que es amar de verdad y no permitan que en sus sociedades se promocionen estos tipos de mensajes y de vida realmente de película de terror clase B. Vivir epidérmicamente, pensando sólo en disfrutar y no sufrir, es la mentira más grande que nos ha vendido el mundo para consumir más. Tan grande es la mentira que hasta el hecho de que la mamá se desvele para cuidar a su bebé es algo aterrador porque luego estará cansada y al día siguiente no será la mejor profesional.

En este post no nos queremos detener a defender porque sí es lindo tener hijos, ni a explicar qué es sacrificarse. El objetivo de esta nota es alertarnos para saber alertar a las personas con las que conversamos a que deben estar atentos a estos mensajes que no siempre son tan directos ni evidentes como los de estos afiches. Los mensajes vienen de distintos lados, unos más sutiles que otros. Por ejemplo hasta en nuestro trabajo a veces nos empujan a posponer el tener hijos a cambio de un mayor crecimiento profesional. Y eso es algo más duro en el caso de las mujeres.

Hay que estar alertas a lo que el mundo invita a consumir como bueno o normal pero que de verdad, nos vende una felicidad falsa y momentánea. Debemos saber detectar por donde se filtra la mentira. Y si nos llamamos católicos tenemos la obligación de estar preparados para contraatacar. No podemos no aclarar a los demás que se creen el cuento de que realmente todas estas campañas anti vida se preocupan por la libertad de la mujer o los traumas psicológicos que implicarían una maternidad. ¿Seres humanos que se preocupan por seres humanos matando seres humanos? ¿Protección a la mujer abortando mujeres? No hay mucha coherencia.

Algunas ideas para reflexionar:

1. Hagamos un análisis serio sobre nuestra vida cotidiana y detectemos qué mensajes sutiles nos invitan a no ser generosos con nuestra familia o amigos.
2. ¿Qué es lo que está más arriba en nuestra escala de valores? ¿Qué lugar ocupa la familia en ésta?
3. ¿Estamos enterados, como católicos, como funciona el tema pro aborto en el mundo? ¿Sabemos que intereses políticos y económicos hay atrás?

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También los invito a ver el análisis que hace el Padre Robert Barron, sacerdote, escritor y evangelizador televisivo estadounidense, sobre una famosa carátula de la revista Time y el artículo en el que entrevistaban a algunas personas sobre la “maravillosa” vida que tenían al haber decidido no tener hijos. (Esta en Inglés).