

En esta oportunidad nuestra reflexión gira en torno a un video producido por Caritas en el 2014 para promocionar la campaña «One Human Family, Food for All» (Una familia humana, comida para todos). Esta interesante producción está basada en la antigua historia de “El país de las cucharas largas” que recoge el libro Cuentos para Demian escrito por Jorge Bucay. La alegoría de las cucharas largas evidencia que cuando nos disponemos a servir a otras personas en vez de pensar en nosotros mismos encontramos alternativas distintas para alcanzar el bien común.
Ciertamente el video nos muestra inicialmente una situación terrible, no solo de hambre extrema sino también de egoísmo y oscuridad, una situación que en la actualidad lamentablemente es real en muchas regiones de África, Ásia y Latinoamérica. No es solo que los países ricos no comparten lo que poseen, si no que los países que son pobres tienen conflictos entre ellos generando división, desempleo, pobreza y hambre. Estos conflictos traen desesperanza y obstaculizan un proceso de cambio.
Hace unos meses tuve la bendición de escuchar al Papa Francisco en Santa Cruz, Bolivia, dando un discurso en un encuentro con los Movimientos Populares. Dentro de las muchas frases que me impactaron hay una que me parece importante destacar como un paso más para vivir la solidaridad en el día a día: «La opción es por generar procesos y no por ocupar espacios».
Y es que sucede, a veces, que con ánimo de cambiar las situaciones complejas de personas con mucha necesidad material, buscamos solucionar el problema solo desde el asistencialismo, con la mejor de las intenciones evidentemente, sin embargo, lo más importante es iniciar un proceso de cambio autosostenible y que no dependa exclusivamente de nosotros.
«(… )No basta con dejar caer algunas gotas cuando lo pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias solo deberían pensarse como respuestas pasajeras, coyunturales. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: ésa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario» (Papa Francisco).
Cuando trabajamos combatiendo la pobreza muchas veces nos enfrentamos a dolorosas realidades que nos sobrepasan, por esto cuando existe la posibilidad de generar recursos que puedan aliviar en parte la pobreza, es importante buscar procesos de cambio y no agotar o sobreutilizar los pocos recursos que quedan. Para intentar explicar didácticamente esto podemos remitirnos a un interesante experimento realizado por el profesor Dylan Selterman, durante las evaluaciones finales de la carrera de Psicología en la Universidad de Maryland. Selterman brindó una opción de obtener puntos extra, respondiendo una pregunta que si bien podía parecer fácil, al final del camino no lo era tanto. Esta pregunta decía:
«Aquí tienes la oportunidad de ganar créditos extras en tu trabajo final de grado. Puedes ganar 2 puntos o 6 puntos extra en tu nota final, lo que tú elijas. Sin embargo, si más del 10% de la clase selecciona 6 puntos, nadie obtiene ningún punto. Tu respuesta será anónima, solo yo la podré ver».
Dylan explicó luego que el propósito de esta pregunta era reforzar conceptos de psicología social como la «Tragedia de los comunes” y el “Dilema del prisionero”. Según él, «el ejercicio es una forma práctica de ver lo que pasa cuando los individuos ignoran lo que es mejor para un grupo y actúan egoístamente para su propio interés. También sirve para mostrar como los resultados dependen de las acciones de los demás». Aproximadamente 20% marcaron la opción egoísta de 6 puntos. Algunos estudiantes lamentan el nivel de egoísmo de sus pares, mientras otros, admiten abiertamente que seleccionaron los 6 puntos.
¿Qué nos dice este ejemplo?: en una situación de necesidad nuestras acciones pueden tener un impacto negativo si no pensamos en los demás. Si demasiada gente sobre-utiliza un recurso común todo el grupo sufre. De la misma forma combatir la pobreza en el mundo no depende solo de teorías económicas o de la ejecución de grandes proyectos de desarrollo. El cambio está primero en el corazón del hombre.
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