

Para este post, les traemos un vídeo titulado «Uno». Que de una forma muy conmovedora, trata una de las temáticas más espinosas de nuestro tiempo: la crisis de los refugiados. En este caso, nos muestra a esas personas que cruzan el mediterráneo desde África, buscando un futuro mejor.
Sabemos que el tema de los inmigrantes se puede abordar desde muchos puntos de vista: político, demográfico, legal, económico, etc. Pero, en este post, lo trataremos desde el punto de vista de un cristiano. ¿Cómo abordar esta realidad como cristiano?
¿Qué dice Jesús?
Lo primero que me viene a la mente son las siguientes palabras de Jesús: «[…] porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (Mateo 25, 35 – 37).
Jesús nos invita a acércanos a esta realidad desde la compasión. El video termina mostrándonos a nuestro protagonista repitiendo unas palabras por teléfono, como un favor a la mujer que ha perdido a un ser querido en las duras circunstancias de la inmigración ilegal.
A veces, esto es todo lo que podemos hacer y lo único que se nos pide. Una sonrisa amable, un saludo cordial, tratar de forma humana a aquellas personas que, muchas veces, se encuentran al margen de nuestra sociedad por su condición de extranjeros.
La caridad aliviando corazones
Podemos no tener en nuestras manos cambiar las circunstancias de los inmigrantes, pero un gesto de caridad, puede aliviar a un corazón sufriente. En segundo lugar, y algo que no debemos olvidar, siempre podemos rezar por las personas que se encuentran en esta difícil situación.
Dios es providencial con todos sus hijos, pero esa confianza en su amor no debe evitar que recemos por ellos, pidiendo que su misericordia se encargue de cuantas necesidades tengan. Además, Dios Padre tiene especial cariño por los migrantes, no olvidemos que su mismo Hijo, Jesús, lo fue.
La Sagrada Familia también tuvo que dejar atrás su tierra
La Sagrada Familia tuvo que vivir en Egipto, lejos de su hogar, cuando Herodes decretó la muerte de los niños de la edad de Jesús. Huyeron de Nazaret buscando un lugar donde estar seguros para que la vida de Jesús no peligrara. La mayoría de las veces, son circunstancias así de duras las que mueven a las familias a cruzar fronteras.
Acompañémoslos con nuestra oración. Finalmente, y si quieres hacer más por las personas en esta situación, anímate a conocer cómo puedes ayudarlos desde el país donde te encuentras. Podrías enterarte de la situación migratoria en lugar donde resides, y buscar alguna institución para colaborar con las necesidades de estas personas.
Seguro que alguna parroquia o asociación cerca de tu casa, busca voluntarios para atender a los inmigrantes. A veces, solo es necesario donar un poco de tiempo para acompañar a quien necesita de un amigo. Acojamos a Jesús en los corazones de los peregrinos de nuestro tiempo.
Permite que Dios toque tu corazón con las historias de estas personas, y no olvides que, cuanto podamos hacer por ellos, sus «hermanos más pequeños», lo hacemos también por Jesús.
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