Antes de que el mundo acabe: reflexión de la canción

«Antes que el mundo se acabe», Residente vuelve a sonar una vez más con esa canción en mi lista de reproducción y mi corazón se encoge.

Hemos cumplido un año prácticamente encerrados y esta canción significa un poco más cada día. En mi país, ni siquiera volveremos a misa en Semana Santa. Es un tiempo tan duro. 

Me es inevitable recordar los últimos días que pasamos juntos, caminando sin miedo a la orilla del mar, tomando un café riendo sin parar. Todo parece tan lejano.

No hemos vuelto a pisar la playa desde entonces. Muchas cosas han pasado en nuestras vidas y esta canción que hace un año atrás empezaba a sonar, hoy nos recuerda aquello que necesitamos tener presente para lograr sobrevivir.

«No sé cuándo estará libre la pista…»

No sabemos aún cuánto falta para volver a vivir respirando el aire libre y abrazándonos sin miedo. Las vacunas, traen esperanza, pero lo cierto es que el futuro siempre es incierto. 

«Aunque nos cierren las fronteras no podrán cerrar el mar abierto». Me pregunto si lo que quiere decir Residente, coquetea con esta necesidad de conquistar nuestra propia libertad.

Aún encerados es posible vivir con la calma de saber que al propio espíritu no se le puede encerrar.

«Pero antes de volver afuera necesitamos volver adentro…»

Residente nos pone sobre la mesa una afirmación de la que no podemos escapar, o por lo menos no deberíamos. Soñamos con «volver afuera, pero antes de eso necesitamos volver adentro».

Voltear la mirada hacia nuestro interior y tratar de descubrir qué es lo que verdaderamente nos mueve. Aquello que tal vez hemos ido postergando con los años.

Cosas que no hemos podido resolver o que ni siquiera nos hemos atrevido a enfrentar. Antes de volver, antes de querer salir corriendo, qué necesario es que nos miremos dentro.

Aunque sea con miedo. Hacer el simple ejercicio de mirar nuestro interior es ya un camino de crecimiento personal.

Es la decisión de salir adelante, de querer entender aquello para lo que fui creado y poder lanzarnos a combatir en las verdaderas batallas. Aquellas que se ganan con besos, sí, pero sobre todo con resistencia.

Esas batallas que no ganamos solos, sino sobre todo unidos, cuando justo miramos la verdad y no permitimos nada distinto a cambio. 

Antes de que el mundo acabe

No se trata solo de la pandemia, no se trata solo de este encierro, se trata de hacerlo antes de que la propia vida expire. 

Darnos un beso es necesario, un beso que signifique unión y hasta refugio, un beso que no solo sea momentáneo y anestesia para el dolor que se siente. Un beso que verdaderamente despierte al amado de ese letargo en el que se encuentra sumido. 

Antes de que acabe el mundo, volvamos los ojos adentro, para descubrir esa huella de verdad que todos llevamos impresa.