Con el video que comparto hoy se podría hablar de tantas cosas. De la mujer y sus derechos, del amor propio, de la relación de pareja, de las relaciones tóxicas, de la valentía, el miedo o el odio. Este es uno de esos videos que nos recuerdan la pesadilla que viven cientos de mujeres a causa del maltrato y el silencio.

Muchos se atreven a enojarse, a hablar con furia y decir ¿pero qué rayos está pensando una mujer que se deja golpear?, ¿por qué no se va de su casa y ya?, ¿por qué no empaca las maletas y corre a demandarlo?, ¿por qué no llama a la policía o pide ayuda a algún familiar? Este escenario se repite a diario en millones de hogares, pero lo que muchos no saben es qué hay detrás de esta horrorosa conducta (sin que esto signifique aceptarla bajo ninguna circunstancia el maltrato) o qué motiva a una mujer a elegir el silencio como su mejor arma.

El maltrato no debe ser aceptado nunca

Ni el maltrato físico ni el psicológico. Conozco casos de mujeres que han optado por el silencio, no porque en él encuentren alivio, sino por miedo a que las consecuencias de demandar sean aún peores. La mayoría prefiere «aguantar» porque no quiere que el agresor cobre venganza contra sus hijos o contra su vida, porque teme al rechazo de los demás, porque depende económicamente de su pareja o porque simplemente las amenazas han hecho que el miedo, no tenga cabida en otro lugar, más que en su corazón.

Constantemente vemos en las noticias que el número de feminicidios aumenta a gran velocidad y lastimosamente vivimos en países en los que muy pocas veces estos delitos se pagan de manera justa. El agresor casi siempre sale victorioso o cumple una condena que da vergüenza, para luego salir y darle inicio a un nuevo ciclo de violencia.

El silencio termina siendo el peor enemigo 

Y tristemente esto es lo último en lo que piensa una mujer que sufre de maltrato. Muchas veces bajo las débiles excusas de «el no lo va a volver hacer», «me prometió que jamás me volvería a poner una mano encima», «me dijo que no quería hacerlo pero yo tuve la culpa porque lo provoqué», «me juró que sería la última vez».

Cuando este tipo de maltrato es permitido una y otra vez, el agresor entiende que el miedo reina y será su aliado para continuar con las golpizas y las amenazas. Normalmente la persona que agrede convence a la otra de que efectivamente es su culpa, de que lo merecía y de que además debe tolerarlo porque hace parte de la relación. Pero la verdad es que no, nunca, jamás, la violencia física debe permitirse en ninguna relación.

Qué puedo hacer si sufro de maltrato o conozco a alguien que lo sufre 

Lo primero es no dejar que la rabia se apodere de la situación. Es cierto, estos hechos son lamentables, causan indignación y por consiguiente lo único en lo que podemos pensar es en que el agresor sufra mil veces más. Pero si nos dejamos llevar por este sentimiento, seguramente reaccionaremos de la peor manera y lamentaremos las consecuencias.

Buscar ayuda es indispensable. Hablarle a tus padres, a una amiga o a un amigo cercano y en el que puedas confiar, debe ser el paso a seguir. Será difícil, para nadie es fácil aceptar que es víctima de maltrato, algunas veces el amor que se siente por la pareja conduce a la víctima a un estado de negación que probablemente, también acompañará a las personas que se enteren de la situación.

Normalmente la conducta del agresor es totalmente opuesta frente a otros miembros de la familia o amigos. Se muestran como personas sociales, serviciales, amables, alegres y afectuosas. No permitas que esta fachada sea un impedimento para no hablar de lo que ocurre con otras personas.

Agota todas las posibilidades. Si tus amigos y familiares te dan la espalda, te tildan de loca o simplemente no te creen, busca a otras personas, no temas hablar con las autoridades, habla con un psicólogo, confiésale tu miedo a otro circulo cercano de amigos, de tu trabajo o estudio.

Guardar pruebas de los hechos siempre ayuda. Fotografías, videos, publicaciones en redes sociales o cartas. Es importante que a pesar de la vergüenza y el miedo que esto pueda causarte, seas valiente y te animes a hacerlo público. Recuerda que el miedo también vive en el interior del agresor.

Por último, si conoces a alguien que sufre de maltrato y no quiere hacer nada para detener la situación a causa del temor, no calles, no ignores la situación, no te unas al club de los que piensan que esa fue la última vez, no tardes en denunciar, en ofrecer tu hogar, tu ayuda, tu tiempo, tu testimonio y tu amor. No olvides nunca que si el amor duele, no es amor.