

¿Qué es eso del amor propio del que tanto hablan influencers, campañas de publicidad, blogs de moda, nutrición y en realidad, casi todo el mundo en redes sociales?
El «amor propio» o «self love» en inglés es un término que muchos utilizan para hablar sobre el cuidado de uno mismo en distintos ámbitos, desde el emocional y psicológico hasta lo físico. Y por lo tanto, está directamente relacionado con el cuidado personal, incluyendo el tener hábitos saludables, cuidar la apariencia física y también para referirse a la vida interior.
En esencia es muy positivo y puede ayudarnos a llevar una vida sana y tranquila en términos generales. Pero entonces ¿por qué decimos que tiene límites?
Hablemos del origen
La corriente del «amor propio», nace del mundo del yoga, la meditación de origen budista y otras ideologías orientales de ese estilo. Pero además en este último tiempo, ha ido adquiriendo características occidentales y es por eso que también las marcas comerciales utilizan este concepto para vendernos productos alimenticios saludables, de higiene personal, de belleza, entre otros.
¿Amor propio o egoísta?
El amor propio, el autoestima elevado y en definitiva el estar bien con uno mismo es muy positivo. Es más, son aspectos de nuestra vida personal que debemos desarrollar y que nos ayudan a estar menos ansiosos y más contentos con quiénes somos.
Además, es algo muy positivo porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y por eso, tenemos que cuidar nuestro cuerpo, nuestra salud y ser felices. Sin embargo, como pasa con muchas de las filosofías orientales, el amor propio puede convertirse en un amor encerrado en nosotros mismos.
De hecho, muchas personas que lo promueven, hacen énfasis en que el amor propio no es un amor egoísta. Pero no hablan de las características que debe tener para que no se convierta en un egocentrismo e incluso en una obsesión por estar siempre bien.
¿Cuál es el límite?
Si todos los días estás pendiente de tu apariencia y de demostrar a los demás que estás bien por dentro y por fuera, quizás estés logrando todo lo contrario. Es por eso que el amor hacia uno mismo, para que sea saludable y positivo, debe tener un límite.
Y ese límite empieza cuando equilibras el amor a ti mismo con el amor a los demás. Ese amor a los demás, puede practicarse de mil maneras, desde ser misericordioso con los errores de las personas que viven o trabajan contigo. Darte el tiempo de visitar a un amigo o familiar que no has visto en mucho tiempo y que sabes que se siente solo, hasta hacer un voluntariado con personas en contextos vulnerables.
Así, entenderás que ningún ritual de amor propio ni todo el mindfulness que practiques, podrán superar la felicidad que sientes cuando te entregas a los demás por completo. Y paradójicamente así será más fácil descubrir tu gran valor.
Ahora que estamos en el tiempo de Cuaresma y se acerca la Semana Santa, puede ser un gran momento para reflexionar sobre cómo podemos renunciar más a nosotros mismos. Siguiendo el ejemplo de la mayor renuncia de la historia de la humanidad: Cristo entregándose en la Cruz para redimir a todos los hombres.
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