

Este vídeo que te comparto hoy, me ha llevado a reflexionar sobre un valor enorme que enriquece al ser humano, y es el amor. El amor auténtico que trasciende tiempo y lugar. Que hace que toda distancia sea corta y que los imposibles sean posibles.
Y no hablo solamente del amor que se vive entre pareja, sino del amor fraterno. Ese que descubre que sin un «tú», no hay un «yo».
Ir en una dirección diferente, contra la corriente
Vemos un niño que en medio de las burlas de los demás, sale con una muñeca, con un tutú y algunos elementos que está recolectando.
Quiero que veamos en esta escena, la valentía que da el amor, en una sociedad que diariamente se le hace más y más fácil juzgar, criticar y encasillar al otro por el más mínimo detalle que sea diferente a lo común. El amor hace a un lado todo temor y corre contra la corriente, con el único objetivo de seguir amando.
Pienso en aquellos adolescentes que no se avergüenzan de que sus padres les acerquen a la escuela y más aún que se despidan con un beso. Pienso en aquellos enamorados que rompiendo con las modas actuales, cultivan el sano romanticismo, las cartas a mano, las flores y demás.
En aquellos hermanos que se aman sin ningún tipo de timidez, y cómo no pensar en aquellos amigos que con la fidelidad, confianza y transparencia cultivan la verdadera fraternidad. Estos son los valientes que actualmente saben ser no comunes, y que luchan con su sencillez por engrandecer, poco a poco, el amor en el mundo.
El amor verdadero
«Siempre estoy para ti, hoy como siempre», es la frase con la que cierra este video. Quien ama está ahí siempre, aún cuando geográficamente esté a miles de kilómetros. Quien ama con un amor auténtico, sabe acortar cualquier distancia.
Hoy más que nunca es necesario recuperar ese amor que no descarta, que no olvida, que no condiciona. Porque el amor verdadero es ese que alimenta y enriquece al otro mientras lo hace consigo mismo.
La vida es como esa presentación de ballet que vemos en el vídeo. Ella sufre un accidente en su pierna, él con su amor infantil quiere cuidarla y regalarle alegría, lucha por ello hasta contra quienes abusan de él.
Crecen, ella se presenta en el baile y allí tiene la bailarina que de pequeños ilustró el cariño mutuo, y más importante aún, tiene la presencia de quien le enseñó que en el amor (aún en el fraterno) se está siempre para el otro.
¿Hoy cuál es la «bailarina» que en tu vida ilustra, el cariño y presencia de esa otra persona? Un recuerdo, una carta, una canción, una foto… Porque para el verdadero amor no hay ocaso ni lejanía, es para siempre.
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