

En este divertido vídeo vemos una pareja agradecerse mutuamente por gestos muy cotidianos, muy pequeños que pueden parecer irrelevantes a cualquiera que lo vea desde fuera, pero que en una pareja casada, son las joyas que se atesoran mucho más que cualquier otra cosa que hagan juntos.
Se pueden destacar dos cosas: la primera es el simple gesto de agradecerse mutuamente y de hacerse «quedar bien» delante de otros. El mero hecho de ver a una pareja que se agradece mutuamente en público y que tiene la capacidad casi inmediata de reconocer en el otro sus virtudes, por pequeñas que puedan parecer a los demás, es signo de un matrimonio sólido, donde la caridad manda.
La segunda cosa hermosa es que la pareja tiene un cierto sentido del humor, una especie de complicidad para aceptarse tal y como son. Cuando el hombre sale con el disparate inconmensurable del «apocalipsis zombie», la mujer, en lugar de corregirlo en público y decirle que no diga disparates, sigue la broma amenazando de muerte al abuelo. (No digo que esté bien amenazar de muerte a los abuelos, sino que ambos actúan como una «Bi-unidad», hasta hablando en broma). Ambos gestos hermosos de la pareja parten del reconocimiento de algo que muchas veces se olvida: el matrimonio es una Alianza, en el sentido teológico de la palabra. Una alianza no es un contrato que pueda romperse, sino un pacto que debe respetarse y desarrollarse. En una Alianza no es importante lo que recibes sino lo que das. Y esta es la hermosa paradoja del matrimonio; que buscando el propio beneficio, los cónyuges encuentran conflicto, pero dándose generosamente en el servicio al otro construyen un matrimonio feliz. “Hay más dicha en dar que en recibir” (Hch. 20, 35).
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Nuestro cónyuge es nuestro primer prójimo. Todas las obras de caridad que podríamos hacer por cualquier desconocido, deberíamos hacerlas en primera instancia y con entusiasmo por nuestra pareja. Y luego cuando nuestro nos hizo el bien, es deber de caridad agradecer. Generalmente se tiene la noción de que la gente feliz es agradecida. Pero es exactamente al revés: es la gente agradecida la que es feliz. Cuando la gratitud comienza a florecer en el matrimonio, este mejora milagrosamente. Incluso un matrimonio infeliz que comienza a agradecerse mutuamente, cambia en forma casi inmediata. Como dijo el Papa Francisco a los novios el 14 de febrero de 2014:
[su_quote cite=»Benedicto XVI, Caritas in Veritate»]¿Sabemos dar las gracias?: En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial , es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios… y a los dones de Dios se les dice «gracias».[/su_quote]
Y la otra clave es la aceptación gozosa del otro: muchos conflictos matrimoniales surgen de no saber aceptar al otro tal cual es y querer «mejorarlo» a fuerza de sermones ¿Por qué no eres como soy yo? (yo te doy la respuesta: Porque no es tú) El Saber reconocer los talentos, y saber reconocer la complementariedad de nuestros dones es la tarea de todos los días para los cónyuges. Habitualmente nuestros dones son complementarios, y por ello tenemos la sensación de que mi cónyuge «me completa». Pero así como me complementa, también es «opuesto» a mí y puede haber virtudes suyas que me parecen defectos. Por ejemplo, si soy muy callado, y mi cónyuge es parlanchín, no puedo pretender que se calle porque a mí me molesta. Si sólo veo los «defectos» del otro, y no me apoyo en sus virtudes, el matrimonio no va a prosperar. En palabras del Papa en la apertura del Coloquio Internacional sobre Complementariedad entre Hombre y Mujer en noviembre del 2014: «La complementariedad, es la base del matrimonio y la familia, primera escuela en donde aprendemos a apreciar nuestros dones y aquellos de los otros y en donde se aprende el arte de vivir juntos».
Por último, para reflexionar en familia. ¿Cómo es la relación con mi cónyuge actualmente? ¿Soy capaz de agradecer sus gestos para conmigo? ¿Estoy dispuesto a reconocer sus virtudes y sufrir con paciencia sus defectos? ¿Rezo para que encuentre la fuerza para cambiar sus defectos o se los echo en cara constantemente? Hasta podría hacerse un ritual semanal. Un día a la semana sentarse a la mesa, o antes de dormir decirse mutuamente por qué estamos agradecidos, cuáles fueron los gestos que nos llegaron al corazón y cuáles son las virtudes que nos complementan.
Y esto no sólo puede hacerse dentro del matrimonio podemos hacerlo también con las personas que tenemos cerca. La gratitud y aceptación pueden ser la base de comenzar a ver a nuestro prójimo como lo que realmente es: una maravillosa creación de Dios.
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