

Los videos subidos de tono no son nuestra especialidad ni nuestros favoritos pero cuando ilustran excepcionalmente una realidad que hace un gran daño y que debe cambiar, pues hacemos una excepción y los publicamos.
Vamos al punto. La idea de fondo que me deja el video es que los acosadores de este tipo (porque los hay de muchos tipos, unos más desubicados que otros) son seres humanos capaces de darse cuenta de lo ofensivo y ridículo de sus actos. Basta enfrentarlos, como hizo Everlast, con las auténticas dimensiones de sus acciones para hacerlos comprender cuán equivocados están. “Mamá, yo no soy así” dice uno, y es una frase que en mi opinión nace del corazón; pero no es que esta persona no sea así, es que nunca se esforzó por entender que lo que hacía lo convertía en alguien que nunca quiso ser.
Es lo que Hannah Arendt, con mucha razón, llamó: “la banalidad del mal”. El mal es la ausencia del bien, y como tal, no es entidad sino vacío; no es decisión sino desgano, apatía, abandono; a fin de cuentas, banalidad. En el contexto del video el mal para el acosador es un juego de niños, un código universitario (jaja!!), una actitud alegrona y desinhibida que le produce un tirón hormonal y nada más. ¿Escucharon las justificaciones que dan los acosadores? Ninguno se disculpa porque ninguno entiende bien qué es lo que hace. Sin embargo, ante la bofetada de realidad que implica silbarle a la propia madre el mal desvela su grotesco rostro y obliga al acosador a gemir: “yo no soy así”, “yo no elegí verme de esta manera”, “¿esto no debía ser un juego, un código, quién me engaño?”.
Y tienes razón, no elegiste, y ese es el problema. No elegiste darle peso a tus palabras, no elegiste reconocer la dignidad de las mujeres (con lo fácil que es), no elegiste pensar que en el desgaste emocional que produce ser mujer y vivir en un país de acosadores, ¡no elegiste! y ahora, amigo acosador, ¿ahora quieres elegir? Le gritas a tu Mamá que no eres así pero tú no elegiste ser distinto, elegiste no elegir y terminaste tragándote toda la banalidad del mal.
¿Quieres ser distinto? Acepta tu responsabilidad y elige cambiar. Deja de pensar que ofender mujeres es un “código universitario” y elige ser esa persona que tiene en mente cuando dices: “Mamá, yo no soy así”.
Y este discurso se aplica de la misma manera a las mujeres que mal entienden la libertad y creen que vestirse de una manera, lejos de ser modesta, o actuar de manera provocadora es un juego de niños o un código universitario. En mi opinión se tragan el mismo veneno de sus acosadores: toda la banalidad del mal.
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