Aceptar la felicidad propia: la clave para lograrlo

Nos pasamos la vida deseando ser felices, estando tranquilos, alcanzando sueños, dibujando anhelos y de repente, nos damos cuenta que tal vez aceptar la felicidad nos cuesta.

Nos donamos por completo a otros, nos esforzamos por dar lo mejor de nosotros mismos, en casa, en el trabajo, con los amigos, con la familia. Pero cuando es nuestro turno de abrazar la felicidad, algo falla. ¿Miedo, angustia, inseguridades?

¿Por qué nos puede llegar a costar tanto aceptar nuestra propia felicidad? Este corto animado llamado «Yellow» lo expresa de una manera hermosa. La protagonista parece estar evitando siempre el color amarillo, que en este caso representa la felicidad.

«Casualmente» lo encuentra en todas partes, a donde quiera que vaya este color la persigue. En su propia casa, en el trabajo, en la playa, en la calle.

«Yellow» es un claro ejemplo del temor que puede generarnos abrirle las puertas del alma a la felicidad propia.

Mi felicidad y las oportunidades que me da Dios

Tal vez cuando hemos pasado por momentos tan oscuros, nos cuesta creer que lo que Dios nos pone delante, es verdad. El dolor, la decepción, la humillación, el abandono, la soledad, la tristeza o el fracaso, pudieron haber dejado una huella casi imborrable.

Puede que nos hayamos rendido, que hayamos decidido seguir adelante pero con la cabeza abajo, con el corazón cerrado. ¡Cuánto daño nos hacemos! Rechazar la felicidad, hacernos los de la vista gorda, ignorarla, pisotearla o no valorarla también es gran error.

Deja que las cosas pequeñas que suceden a tu alrededor te llenen de gozo, deja que la brisa del mar te acaricie el rostro, que la sonrisa inesperada de la persona que quieres te contagie de alegría. Deja que tus logros brillen, que la alegría regrese a tu vida, que los problemas empaquen maletas y se vayan lejos, déjate amar.

Deja que Dios te de la mano y te muestre que con Él todo es posible. Refúgiate en su amor, en su consuelo, en sus palabras o incluso en su silencio. Dile que sí, aunque en el fondo tengas miedo, confiésale con detalles qué clase de felicidad es la que quieres.

Pero no te quedes al otro lado, no dejes que el miedo a fallar de nuevo se apodere de ti y te impida ver todo lo bueno que puede llegar a tu vida cuando decides abrazar la felicidad, del tamaño y del color que sea.