Como Iglesia hemos dejado de lado una “parcela espiritual” y no la hemos trabajado del todo bien: los adultos jóvenes. Tenemos instancias pastorales para niños, adolescentes y jóvenes; también las hay para gente mayor, pero para adultos jóvenes (personas sobre los 25 años) hay muy poco. Generalmente les damos un servicio y los dejamos a cargo de algo, pero eso no necesariamente está bien. Necesitamos reflexionar sobre cómo y dónde acoger a estos hermanos nuestros.

Seguro te has visto en la situación de tener cerca tuyo a un amigo o amiga, lleno de preguntas, con una gran necesidad de Dios, ganas de cultivar su vida espiritual y con un corazón dispuesto a recibir. Y, ¿qué haces?, ¿dónde y a qué lo invitas?.

Para darte pistas hemos reflexionado en algunos puntos importantes a considerar al momento de pensar y llevar a la práctica una pastoral para adultos en donde ellos sean ovejas y puedan llenarse y crecer, encontrando un espacio para su desarrollo como cristianos.

Lamentablemente no podemos hablarte ni proponerte un método para hacer una reunión súper espectacular o darte un libreto para que hagas un evento donde invites a estos adultos jóvenes, sino que podemos proponerte algunas orientaciones que sería bueno considerar al momento en que te sientes a preparar ese espacio de acogida para ellos. Pues, es claro, que no puedes conformarte solo con leer este artículo, tienes que ponerte manos a la obra y comenzar a preparar algo.

1. Tener el objetivo siempre en mente: No se trata de convencer, se trata de presentarles a Jesús, el mejor amigo que pueden tener 

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La experiencia cristiana consiste en el encuentro con una persona: Cristo. Por lo tanto no se trata de hacer reuniones llenas de información doctrinal y catequética, sino que crear espacios para que ellos tengan su propia experiencia personal con Jesús. Es buena idea revisar aquello que ya haces o que tienes en mente hacer y preguntarte: ¿Tus actividades están llenas de relleno o de verdad ayudan a un encuentro con Jesús? Para esto puedes empezar por cosas sencillas, invitándolo a rezar contigo a una hora santa o un momento de oración en grupo.

2. Entender el contexto en el que esta persona vive y trabaja. No entrar con juicios

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¿Los acogemos así como vienen o esperamos a que se conviertan y cuando ya sean buenas personas los invitamos a participar? Eso sería como que un médico nos examine solo si estamos sanos. La Iglesia recibe a los heridos y como bien dice el Papa Francisco, somos un «hospital de campaña», lleno de heridos.

Los adultos jóvenes, aunque ya creciditos, no tienen la vida resuelta. Están en una etapa en donde aún están definiendo quienes son, para dónde van y descubriendo qué quiere Dios de ellos. Eso implica que en sus propias vidas hay un margen de error muy grande, situaciones personales complejas y que probablemente se riñen con la enseñanza de la Iglesia. Acogerlos desde su realidad sin entrar en juicios es una actitud muy evangelizadora.

3. Empieza por explicarles el sentido de la liturgia y los sacramentos

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Comenzar llevándolos a misa no siempre es la mejor opción, pues les harás sentir incómodos al no saber qué responder a cada antífona, o en qué momento ponerse de pie o arrodillarse y ciertamente la Misa no es el momento para preguntas y respuestas. Es importante previamente explícales los por qué, averiguar las razones por las que hacemos lo que hacemos en los sacramentos y liturgia y ayúdarlos a vivirla correctamente, no solo a aprenderse la coreografía. Te compartimos dos post en donde explicamos la Misa de forma súper sencilla, como para que puedas comenzar por eso.

4. Recurre a la ciencia y a la razón. Ambas son amigas de la fe

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Ellos están llenos de información, muchas sus preguntas sobre la fe pueden haber sido respondidas equivocadamente. No puedes venir con fábulas y cuentitos como con los niños. Debes prepararte y usar la ciencia y la razón para intentar introducirlos en los misterios de la fe. La formación es muy importante para poder llegar a estas personas.

San Juan Pablo II, hablando sobre la catequesis para adultos dijo que: «El respeto debido al adulto por su madurez exige que, al dar la catequesis, las informaciones resulten siempre actualizadas, los argumentos tengan una concatenación lógica y el discurso haga referencia también a los datos de la experiencia de la cultura y de la ciencia, que son muy significativos para nuestro tiempo».

5. Utiliza siempre un lenguaje sencillo y cercano. La alegría y el buen humor comunican a Dios mejor que nadie

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Tenemos dos opciones, una es pensar en Jesús como el del trono dorado, revestido de gloria y majestad, inalcanzable, que nos visita en la reunión al invocarlo en la oración y por el cual debemos mantenernos solemnes, serios, silenciosos; pero al mismo tiempo mirándolo de lejos, sin interacción, casi con susto. La otra opción es pensar en un Jesús que acaba de tener un día pesadísimo, sanando enfermos, discutiendo con fariseos y escribas, que ha pasado el día intentando explicar todas las cosas a los duros de cabeza de los discípulos y que toca la puerta de nuestra sala de reuniones para poner los pies sobre una silla (que vienen hinchados de tanto caminar), tomar una taza de café (yo creo que incluso nos aceptaría una cerveza después de un día así), descansar un rato y nos pregunta cómo estuvo nuestro día y que quiere contarnos cómo estuvo el suyo.

¿Con qué Jesús quieres compartir la reunión? Pues los dos son Jesús, pero pensar en el segundo nos ayudará explicar sus verdades con más naturalidad, siendo Dios, también fue como nosotros, un adulto joven con un día difícil.

6. Usa la tecnología para buscar y presentar recursos. Sé cuidadoso en tus presentaciones, esfuérzate por prepararlas y que sean apelantes

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Invertir tiempo, preparación e incluso un poco de dinero si es necesario. Hay una diferencia entre algo bien hecho y algo bien intencionado. Generalmente nos conformamos con lo segundo, como si las cosas de Dios, no exigieran tanta prolijidad.

No esperes que alguien diga «¡wow, realmente Dios está en este lugar!» si te pasas toda la tarde adornando la sala con globos y guirnaldas o porque hiciste unos cartelitos de colores y los pusiste en la pared. Para el cumpleaños de tu hijo pequeño está bien, pero para adultos, gente que ha pasado por la universidad, que acostumbra ver cosas bien hechas no tanto. Ellos merecen algo en serio, no por competir con el mundo, sino por amor. Esfuérzate, rompe el molde, no porque siempre se hayan hecho las cosas así, tu debes seguir haciéndolas así.

7. Tú eres el ejemplo, así no lo quieras. Se predica lo que se vive. Tu relación con Dios es vital, con mayor razón cuando eres apóstol

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Dos cosas clave en este punto: la primera, es que tú debes procurar tener también una vida espiritual, en donde seas oveja pastoreada, un lugar de pastos verdes que te ayuden a crecer. Lo segundo es una recta intención por vivir conforme al Evangelio. El que te invitemos a ser tolerante, acoger con amor y evitar los juicios con los recién llegados es para ellos. No te des licencias, lucha por tu camino de santidad y que tu testimonio alegre, evangelice tanto como las reflexiones y actividades que preparas semana a semana.

Finalmente te compartimos algunos post que te ayudarán a responder a aquellos temas más complicados, que probablemente traerán a colación rápidamente y más te vale que te encuentren preparado para dar respuestas, no para defenderte, sino para iluminar.

Dios existe. Especial para quien tiene amigos ateos.

Si existiera Dios no habría tanto dolor en el mundo.

Para qué ir a misa si después de ir sigo igual.

Frente a los pretextos para no confesarse.

La iglesia está llena de tesoros, deberían vender todo y acabar con el hambre.