Sin duda alguna el proceso de conversión, es un proceso que dura toda la vida. A veces pensamos que por ser católicos ya estamos convertidos, pero jamás debemos perder de vista que es un camino que hay que recorrer toda una vida. Aclarado esto, es conveniente notar que hay momentos especiales en la vida de las personas que las marcan irremediablemente. Personas, lugares, encuentros personales con Dios, que producen un cambio profundo; y si nos encontrábamos como la oveja perdida, estos eventos nos devuelven de regreso al rebaño una y otra vez.

Jesús es el buen pastor que sale en búsqueda de la oveja perdida y nos conduce a regresar junto al rebaño. Y lo hace porfiadamente, incansablemente. Así estos eventos que nos marcan, en realidad son el signo del paso de Dios por nuestras vidas.

Innumerables personas son tocadas por Él, minuto a minuto, y a través de esas personas tocará también a muchos más. Su labor es interminable y su amor infinito. Como muestra de esa labor les compartimos hoy algunas historias de conversión al catolicismo cuya existencia no nos deja de conmover y asombrar. En ellas veamos las huellas que deja un amor sin medida.