La película dirigida por Marc Foster y protagonizada por Ewan Macgregor se ha convertido rápidamente en uno de los estrenos más queridos por el público. Aunque se trata de una película infantil, la cinta ha conmovido el corazón de los más grandes, desempolvando recuerdos y haciendo derramar lágrimas a más de uno.

Estas son seis lecciones que nos da el oso de peluche más tierno y famoso del mundo, junto a su amigo Christopher Robin, quien ya no es el pequeño aventurero del Bosque de los Cien Acres, sino un adulto, esposo y padre de una niña.

1. No hay que olvidar al niño que llevamos dentro

La película retrata con algo de nostalgia la transición que vivió Christopher al dejar de ser niño y convertirse en adulto. Ocupado en las exigentes tareas de su trabajo, vemos como poco a poco los recuerdos de su infancia quedan en el olvido, los días soleados y alegres en los que lo único que importaba era jugar hasta el cansancio.

Tal como nos sucede a todos, con el paso del tiempo, como es natural, concentramos nuestros esfuerzos en nuevos proyectos que nos llevan a olvidar al niño que fuimos algún día. ¡Gran error! Aunque seamos adultos nunca está de sobra que veamos al mundo con los ojos del corazón, con dulzura y entusiasmo.

2. El tiempo con nuestra familia, siempre será el más importante

La historia le da esta vez una lección a los más grandes. A nosotros los adultos, quienes con frecuencia ponemos el trabajo en un pedestal y dejamos de lado a nuestros seres queridos, especialmente a nuestros hijos. A los que no les queda del todo claro por qué no podemos realizar tareas «sencillas» como ir al parque, tener guerras de almohadas, embarrarnos hasta el pelo, leer un cuento o jugar a las escondidas.

Christopher, pone en un segundo plano a su esposa e hija y se convierte en ese padre ausente que solo llega a casa después de un día duro de trabajo, a seguir con lo único que sabe hacer: trabajar. Los que ya son padres podrán identificarse fácilmente con los personajes y se darán cuenta que a nuestros hijos, los más pequeños, no les importa el futuro, les importa el ahora. El tiempo que compartamos con ellos hoy y los recuerdos que construyamos junto a ellos en el diario vivir.

3. Encontrar un balance entre el trabajo y la familia es indispensable

Christopher descubre que ha cometido un gran error, ha dejado de lado a su familia para dedicarse de lleno al trabajo. Posterga una importante salida familiar para poder hacerse cargo de algunos problemas de la empresa y deja que su esposa e hija vayan solas a la casa de campo, lugar en el que él y sus amigos de peluche desafiaban las más grandes aventuras años atrás.

¿Cuántas veces hemos hecho lo mismo con nuestras familias? La balanza, claramente inclinada hacia el lado incorrecto nos aleja de las personas que más queremos, nos convierte en padres o madres que apenas interactúan con sus hijos y como si fuera poco nos llena de estrés y frustración, que más tarde es descargada con rabia sobre nuestros hijos. ¿Hacia qué lado se inclina tu balanza? Respetar el tiempo y espacio dedicado a estos dos grandes aspectos de nuestra vida se hace cada vez más necesario.

4. El trato con nuestros hijos siempre debe estar basado en el amor y el diálogo

El agotamiento del trabajo, la falta de sueño y las largas horas frente a un escritorio pueden arruinar la relación con nuestros hijos sin que nos demos cuenta. Llevar trabajo a nuestro hogar con la excusa de «adelantar» nos puede salir caro. Esto mismo le sucedió a Christopher, quien sin percatarse de todo lo que se perdía con su hija, puso su trabajo en primer lugar y se negó a aceptar que estaba fallando en su rol como padre.

A veces nos hace falta escuchar, nos cuesta ver lo que tenemos enfrente. Nuestros hijos piden a gritos que compartamos tiempo con ellos, tiempo que en realidad alimente el amor que sentimos por ellos. Respetemos estos espacios que les dedicamos en medio de nuestra ajetreada vida, para demostrarles el lugar que ocupan en nuestro corazón. Démosles el privilegio de escoger qué cuento quieren leer en la noche, que juego quieren iniciar en el parque o que personaje quieren interpretar en su imaginario. Escuchemos las aventuras que vivieron durante el día, sus preocupaciones y sueños, el diálogo con ellos es fundamental.

5. Hay que vivir en el hoy, esforzarse por construir recuerdos y sonreír más

Conozco a muchos padres que viven con el lema de «trabajo duro porque solo quiero un buen futuro» y está bien que hagamos planes a futuro, pero lo que no podemos hacer es descuidar por completo el presente bajo esta excusa. No podemos permitirnos a nosotros mismos dejar que el tiempo pase, dejar que nuestros hijos crezcan sin nuestro cuidado y compañía, dejar que su infancia se desvanezca sin nuestra presencia.

Hoy escucho a muchos hombres orgullosos de pronunciar esta frase, con la cabeza en alto y sacando pecho, ignorando por completo que el futuro no está en sus manos, sino en las de Dios. No confundamos nuestros ideales, hoy es un buen día para que juegues con tus hijos, para que los abraces y les digas cuánto los quieres, hoy es un buen día para mirarlos a los ojos, para acompañarlos a la cama, para contarles una historia o cantarles una canción, hoy es un buen día para decirles que estás orgulloso de ser su padre o su madre, hoy y no mañana.

6. El juego debe ser un derecho al que todo niño tenga acceso

Dejemos a un lado la tablet y el celular, darle estos aparatos a nuestros hijos para que jueguen no puede llamarse «tiempo de calidad». Algunos padres creen que darle el gusto a los hijos de jugar con estos aparatos mientras se encuentran en un restaurante, una salida familiar o un parque, equivale a una medalla como padres modernos auténticos y libres. Está claro que los tiempos han cambiado y que si, algunas veces los dejamos sumergirse en estos juegos online, pero jugar de verdad nunca pasará de moda.

Jugar de verdad significa dejar tirado el celular, correr, tirarse al piso, dar botes, ensuciarse, sudar, reír y quedarse sin aire. Este es el juego que nuestros hijos necesitan y a veces nosotros mismos somos la barrera que impide que ellos realicen este tipo de actividades. Christopher encuentra el verdadero placer de volver a ser niño cuando decide ayudar a su amigo Pooh a encontrar al resto del grupo y más tarde se da cuenta de la valiosísima lección que le dan todos estos pequeños personajes de peluche, para ser no solo un mejor padre y esposo sino también un mejor profesional.

Sin duda esta película es apta para toda la familia, todos podremos sentirnos identificados con los personajes y las situaciones que se desarrollan en la historia. A más de uno se le arrugará el corazón con las tiernas, sabias e inocentes palabras que salen de Pooh.

No hay ningún personaje de la película que se quede sin darnos una lección, el temeroso y tierno Piglet desafía sus miedos, Ígor hace de las suyas para dar en el blanco con sus comentarios de sarcasmo, Tigger nos recuerda el significado de la diversión, Búho y Conejo tienen el toque perfecto de seriedad e inocencia y el pequeño Rito y su mamá hacen el complemento perfecto de dulzura y alegría.

No seamos como el efelante de la película, dejemos salir al niño que llevamos dentro y entreguémosle a nuestros hijos el tiempo y el amor que se merecen. En la conferencia online «Cómo criar hijos felices» se exponen los principales aspectos que no podemos posponer u obviar cuando se trata de educar a nuestros hijos y que, frente a los obstáculos que viven todas las familias de hoy, debemos priorizar. ¡Sácale provecho a estas herramientas!

Corre a abrazar a tus hijos hoy y recuerda compartir este post con tus amigos y familiares. Si ya viste la película cuéntanos cuál fue tu parte favorita 🤗