¿Te pasó que hablabas con alguien sobre algún tema de fe, pero esta persona pensaba exactamente lo contrario? ¡Muy bien! Ese es, justamente, el principio del apostolado: intentar a acercar a la Iglesia a las personas que quizás estén un poco alejadas de Dios.
¿Cómo? Como lo decía San Juan Pablo II: «La fe se propone, no se impone». Sin embargo, a veces es muy fácil, por un mal entendido celo apostólico, caer en algunos errores a la hora de hacer apostolado, dejándonos llevar por respuestas violentas, muestras de enojo, gestos de impaciencia o frustración, falta de escucha, miedos y demás… Lamentablemente, al ofuscarnos, no podemos pensar bien en lo que decimos ni en cómo lo decimos, y podemos terminar alejando a las personas y no acercándolas a Dios.
Es por eso que en esta galería hemos querido hablar de los 5 errores más comunes a la hora de evangelizar y, a partir de ellos darles algunos consejos que los ayuden a superar estos obstáculos y confiar en la gracia de Dios que sale a nuestro encuentro.
Si nuestras respuestas son muy emocionales y no nos resulta mucho esto de hablarle a otros de temas de fe: ¡No hay que desanimarse! Es algo muy común. Jacques Phillippe, en su libro: “La paz interior”, nos dice que frecuentemente, como deseamos algo bueno, incluso querido por Dios, nos creemos justificados para desearlo de tal modo que, si no se realiza, nos impacientamos y disgustamos: “Deseamos cosas buenas, en conformidad con la voluntad de Dios, pero todavía las queremos de un modo que no es ‘el modo de Dios’, es decir, el del Espíritu Santo, que es dulce, pacífico y paciente, sino a la manera humana: tenso, precipitado, y defraudado si no logra inmediatamente aquello hacia lo que tiende”. Muchas veces nos tocará corregir y enseñar, pero hay que hacerlo en un ambiente de comprensión, de cariño, de paz. Otra cosa que agrega este autor de espiritualidad cristiana es que: “Tenemos que razonar así: «Si el Señor no ha transformado todavía a esa persona, no ha eliminado de ella tal o cual imperfección, ¡es que la soporta como es! Espera con paciencia el momento oportuno (…) ¿Por qué ser más exigente y más precipitado que Dios?”.
Dicen que San Francisco de Sales, el santo de la dulzura, de joven tenía muy mal genio y luchó toda su vida para mejorarlo. Para ello, él aconsejó y siguió el siguiente plan de vida: cada mañana hacía un “examen de previsión” (veía qué trabajos, con qué personas y qué actividades iba a realizar en ese día, planeando cómo iba a comportarse), al mediodía hacía un “examen particular” (examinaba su defecto dominante, que durante 19 años fue su inclinación a encolerizarse, y si había actuado con la virtud contraria), todos los días hacía un rato de oración, durante todo el día buscaba tener presencia de Dios, entre otras prácticas. Otra cosa que nos puede ayudar, y mucho, es no contestar por impulso, sino pensar qué estamos diciendo y si lo estamos diciendo en el tono adecuado. Para esto, podemos respirar hondo y esperar unos segundos antes de hablar.
San Pablo dijo: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien. Así el hombre de Dios se hace un experto y queda preparado para todo trabajo bueno” (2Tim 3:16-17). Es importante que investiguemos y nos esforcemos por tener suficientes conocimientos del catecismo católico, porque es lo que nos proporcionará los argumentos necesarios a la hora de evangelizar. Muchos católicos creen, pero no saben por qué creen. Tienen fe, pero no saben cómo expresarla. Por eso, después tampoco saben cómo defenderla con fundamentos sólidos o cómo responder a los cuestionamientos de quienes profesan otra religión. No es necesario aprenderse de memoria la Biblia, el Catecismo, la Doctrina Social de la Iglesia y todos los textos del Magisterio, pero sí contar con razones convincentes a la hora de transmitir y defender la fe. Al menos, hay que saber dónde buscar.
Descubrir que caemos en alguno de estos errores no debería desanimarnos, ¡es muy normal contar con ellos! Podrían aparecer numerosas veces a lo largo de nuestras vidas, incluso si ya llevamos años trabajando por mejorar en alguno de estos puntos.
Lo más importante es procurar hablar cuidando, ante todo, caridad. La Madre Teresa de Calcuta decía que: “Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios”; si los demás pueden percibir nuestro cariño, nuestra paciencia, humildad, se sentirán más conmovidos y predispuestos a reflexionar sobre lo que decimos.
Pero si a veces nos equivocamos – lo que es inevitable –, podemos seguir practicando, rezando, prepararnos mejor para la próxima… ¡nada se pierde! Contamos con la ayuda del Espíritu Santo, y como Dios es el más interesado en que hagamos un poderoso y eficaz apostolado, podemos contar con su ayuda si ponemos de nuestra parte.
Si te gustó el post, puedes compartirlo
Si el material no funciona o tiene algún error ortográfico, por favor repórtalo
Gracias! Trataremos de resolver esto lo antes posible
Te hemos enviado un correo para confirmar tu subscripción