«Lincoln Financial Group» es una empresa financiera norteamericana a la que se le ocurrió un método genial para promocionar sus planes financieros de retiro. Durante algunas noches, filmaron a distintas familias reales en un restaurante real, para hablar de la planificación financiera de la familia.

Al ingresar al restaurante, las personas descubren que la carta no tiene precios de los platos. El único medio de pago para la cena de esa noche consiste en tener una conversación significativa sobre el futuro financiero de la familia.

La empresa descubrió que si bien el 93% de los americanos creen que es importante hablar de planificación financiera, menos del 47% de las personas lo han hecho alguna vez en la vida.

Con el objetivo de reducir ese porcentaje, la empresa ideó esta sencilla estrategia de ventas y concientización para que se hable en la familia acerca de los temas que realmente le importan a sus integrantes. ¡Hay temas que son difícil hablarlos, aun cuando sepamos que son súper importantes!

Temas difíciles de tocar

Muchas veces, el mismo hecho de no plantearlos hace que sea necesario afrontarlos en una conversación directa. Hay temas que son espinosos de solo pensarlos. La planificación financiera de la familia puede parecer una nadería al lado de una enfermedad crónica, un vicio difícil de dominar, un hijo que no logra encaminarse o problemas en el trabajo.

No hablamos de algunos de estos temas porque creemos que están bajo nuestro control, o que estamos muy cerca de controlarlos. Otras veces no lo hacemos porque nos da una enorme vergüenza admitir nuestras debilidades o no queremos hablar de temas dolorosos como nuestra propia mortalidad o la posibilidad de que un día ya no estemos.

Y otras tantas no lo hacemos porque nos negamos empecinadamente a admitir que nos equivocamos o que tenemos un vicio, o un pecado grave.

¿Hablamos de lo que es necesario?

Este tipo de iniciativas geniales nos hacen plantearnos si en nuestras familias siempre hablamos todo lo que es necesario hablar. Y si cuando lo hablamos lo hacemos en forma correcta, completa y pudiendo expresarnos francamente.

Lo que más genial me pareció de esta iniciativa publicitaria fue que le dieron a las familias un incentivo para ponerse a hablar del tema (¡una cena gratis!). Una serie de preguntas guía que les permitía hablar de un tema que les da miedo hablar manteniendo siempre la conversación dentro de unos carriles, y luego un asesoramiento financiero gratuito. Todo para aquellas personas a las que les interesase pasar a la acción con respecto al tema que no querían hablar.

De allí podremos sacar algunas ideas para cuando tengamos temas difíciles que enfrentar en familia. ¿Cómo debemos hacer para enfrentar conversaciones difíciles en nuestro matrimonio, en nuestra familia, en nuestro trabajo?

¿Cómo lograr que si tenemos que pedir algo difícil esto no se convierta en un motivo de conflicto o pelea?, ¿cómo hacer para que nuestras diferencias jueguen a nuestro favor en nuestras conversaciones difíciles y no se vuelvan en contra?

Hace pocos meses dimos, con mi esposa Mariana, una conferencia online a través de Catholic Link sobre «Cómo evitar el conflicto y sacar lo mejor de tu cónyuge». Allí dimos algunas reglas para encarar conversaciones difíciles.

Dentro de esa conferencia vimos muchos temas que tienen que ver con el diálogo conyugal. Como cuáles son los tipos de diálogo conyugal, tres tips para restablecer el diálogo cuando éste está interrumpido. Cinco acuerdos para una buena discusión, diez claves para sacar lo mejor de una discusión, y cuatro reglas para obtener lo que quieras de tu marido. 😏

Dado que la conferencia es muy larga, y que las «soluciones» que propone «Lincoln Financial Group» son similares a las que proponemos en la conferencia, hoy te propongo cinco consejos para afrontar una conversación difícil sin morir en el intento.

1. Ponte un objetivo

Muchas veces queremos hablar de un tema en concreto, pero dado que estamos disgustados por muchos otros temas y que «ya que me voy a enojar, es mejor que me enoje por todo»… ¿No te parece que no conduce a nada? Si vamos a discutir un tema, es mejor que sea un tema acotado, manejable y no muy extenso.

Supongamos que tienen que hablar con tu esposo sobre el modo en el que se comporta en público. ¿Cómo acotarlo a algo que sea «manejable»? ¡Pues busca qué es lo que más te irrita, lo que sinceramente no puedes tolerar, y encuentra el modo de resumirlo en un objetivo concreto.

2. Personaliza las expresiones

Sigamos con el ejemplo anterior. Supongamos que tu esposa se junta con amigas cercanas y cuando está con ellas te ignora completamente y te sientes menos importante que un hongo en un bosque. Si vas y le dices: «Eres una desconsiderada cuando estás con otras personas», entonces tu esposa se pondrá a la defensiva y te dirá que cuando te juntas con tus amigos no son mucho mejores.

Si en lugar de decirle la frase anterior le dices: «Cuando te juntas con tus amigas me siento abandonado y no me siento integrado en las conversaciones» entonces estás manifestando dos cosas. Primero te estás haciendo cargo de tus sentimientos, y segundo le estás dando a ella una oportunidad de que pueda ponerse en tu lugar. Que sienta empatía y pueda querer cambiar su comportamiento.

3. Pide cambios pequeños

Parecido al primer consejo, pero esto es lo que le pedirás en concreto a tu esposa o esposo que sería lo mínimo que te haría feliz. Cambiar es difícil, y cambiar algo que no estamos dispuestos a reconocer es doblemente difícil. Pero si te allanaron el camino por hacerse cargo de los sentimientos, y te piden un cambio pequeño (que sea fácilmente medible), entonces estarás dispuesto a ayudar a tu esposo o esposa con sus sentimientos.

Siguiendo el ejemplo anterior, podrías decir: «Me encantaría que al menos una o dos veces cuando te juntes con tus amigas me preguntes qué opino al respecto de lo que estén hablando». Eso dará pie a que te sientas más integrado en las conversaciones, y será fácil de hacer para tu esposo o esposa.

4. Ofrece una recompensa

Como en el caso de la compañía financiera: si tu esposo o esposa hace lo que le pides, reconócele el mérito de haber sido atento a tus sentimientos y necesidades. Si la primera vez que lo hace, al salir de la reunión le dices «Gracias por incluirme en esta conversación, me sentí realmente integrado y apreciado». Entonces cada vez que lo hagas tu esposo o esposa estarán más dispuestos a dar y recibir en la relación, y la pareja solo podrá crecer.

5. Podemos estar en desacuerdo

Hay cosas que no son tan determinantes para el desarrollo de nuestra relación. Y hay cosas en las que podremos estar en desacuerdo sin que nadie se ponga mal o se irrite porque el otro no piensa exactamente igual que tú. Eso hace a la riqueza de la relación y muchas veces es necesario tener en cuenta que de nuestras diferencias es donde surge nuestra riqueza.

Si fuéramos exactamente iguales, no podríamos donar nada al otro. Por lo tanto estaríamos limitados a poder expresar solamente aquello en lo que estamos totalmente de acuerdo. El matrimonio es la suma de dos que se hacen una sola carne, y las diferencias, incluso las diferencias de opinión son parte de nuestra riqueza si las sabemos expresar con respeto y consideración.

Palabras del papa Francisco

El Papa Francisco, en una catequesis sobre la familia habló sobre «Las heridas que se producen en la misma convivencia familiar» mencionando:

«Se trata de palabras, acciones y omisiones que en vez de expresar amor, hieren los afectos más queridos, provocando profundas divisiones entre sus miembros, sobre todo entre marido y mujer. Si estas heridas no se curan a tiempo, se agravan y terminan por transformarse en arrogancia, en resentimiento, hostilidad y desprecio. Pasan a ser luego, laceraciones profundas que desembocan en la división de los cónyuges y les llevan a buscar en otra persona comprensión, ayuda y consuelo, que luego recae sobre los hijos».

Cuidemos entonces no solo nuestro futuro financiero, como propone la publicidad que hoy les comento. Sino también a nuestra familia, especialmente con nuestros hijos, hablando de todo lo que tengamos pendiente en nuestra familia. Y poniendo a Jesús, José y María, la Sagrada Familia, como protectores especiales de nuestra familia.