Últimamente he conversado mucho con varios amigos y amigas sobre la tan discutida ideología de género. Personalmente, veo distintos públicos en lo que se refiere a este tema. Les confieso que me preocupa muchísimo lo que están sufriendo los niños, desde temprana edad, hasta jóvenes universitarios.

Lo más triste es que, muchos padres —no todos— no llegan a ver las proporciones de la situación actual. Tampoco lo que sus propios hijos piensan. Mucho menos la realidad que ya es el «pan de cada día» para las nuevas generaciones.

Por ello, lo que busco por medio de este artículo es ayudar a que los padres entiendan un poco más cómo se están dando las cosas. No solo desde afuera, sino desde los propios hogares. Citaré algunos ejemplos que otras personas me han compartido para que juntos tomemos conciencia del tema.

Hay distintos grupos de personas en lo que se refiere a la conciencia, aceptación, defensa u oposición a esta ideología. Aunque algunos saben y escuchan —probablemente— las peleas políticas, la bulla mediática y las innumerables confrontaciones sociales, estos son tres puntos que me parecen importantes.

1. Debemos recordarle a nuestros hijos que cada acto trae consecuencias

Hace un par de días, conversaba con un buen amigo, papá de tres hijos. Me compartía un diálogo que había tenido con su hija mayor —si no me falla la memoria— y cómo abordaron, entre otros, el tema de la ideología de género.

Luego de algunos minutos de conversación, su hija le dice: «Papá, lo que pasa es que tú no entiendes lo que está pasando. El punto no es que algunos jóvenes estén a favor o en contra, que sea un escándalo como para ustedes era, que alguien —como se decía hace años— «saliera del closet». Ya es algo normal, aceptado por todos. ¿Qué problema hay con que mi amigo o amiga, quiera cambiar de género?».

Le contaba a su papá el caso de un amigo suyo, heterosexual, que quería tener como «enamorada» a un hombre que se hacía pasar por mujer (por su cambio de género). Y el hombre lo que buscaba era la nueva experiencia. Se trata de probar nuevas experiencias y seguir la moda del momento.

Enfocar esa opción simplemente como una experiencia, tiene consecuencias muy negativas. Si somos sinceros, nada que hacemos en la vida es sencillamente una «experiencia». Todo lo que yo hago en mi vida, tiene consecuencias.

Es como si dijera: «Quiero probar cocaína o LSD, para experimentar cómo es. Total… solo será una o dos veces». Todos sabemos cuántas personas terminan adictas y con sus vidas destrozadas, así como la de sus familias por pensar que salir del «experimento» es tan sencillo como entrar.

Otro tema fundamental es entender que no podemos dejarnos llevar por «las modas». Sabemos muy bien, que los jóvenes, motivados exageradamente por las modas del momento, hacen cosas por el simple hecho de ser novedad, lo cual no siempre es algo bueno.

Es urgente que hablemos con claridad, que los niños y jóvenes entiendan que la moda viene y va pero las consecuencias y las heridas tal vez quedan para toda la vida. Te recomiendo la conferencia online «Ideología de género y educación de los hijos».

2. La mente y el corazón de los más pequeños también está en juego

Hace algunos meses, conversaba con una amiga que empezó a enseñar en un colegio no confesional, y tenía a su cargo chicos de primaria. Conversando sobre este tema, me decía: «Pablo… no te haces idea lo confundidos que están los niños con toda esta avalancha de la ideología de género que se enseña. No solamente en el currículo escolar, sino en los medios de comunicación, las series de cable, las redes sociales, incluso los dibujos animados…».

Además, me decía ella —por lo menos en su colegio— principalmente en el caso de las niñas, más que el de los hombres. Vale la pena resaltar que en su colegio no dictan temas relacionados con la ideología de género, pero igualmente el fuerte influjo social, va minando la cabecita de chicos y chicas desde temprana edad. Si a eso le sumamos el escaso tiempo que pasan los padres junto con sus hijos, la situación se va poniendo cada vez peor.

Seguramente, muchos papás estarán preguntándose aquí: «¿Qué hago entonces si no tengo el tiempo que quisiera con mis hijos?» Tengo algunas recomendaciones. Primero, tener muy claro que implica sacrificio y mucha generosidad de parte de ambos.

Además, un compromiso responsable. ¿Por qué? Pues evidentemente, si solo pueden pasar poco tiempo diariamente con sus hijos, entonces tienen que aprovechar este tiempo muy bien. El problema no es tanto ¿qué cantidad de tiempo paso con mis hijos? —lo cual no deja de ser importante— sino ¿cómo lo aprovecho?, ¿es tiempo de calidad?

Puedo pasar 10 minutos, pero si son minutos en los que escucho a mi hijo con atención, le muestro mi cariño, mi amor, y además de eso me olvido del celular, seguro sentirá mi amor, sentirá que es importante y querido.

Estos pequeños consejos permiten que los padres puedan escuchar a sus hijos, saber cuáles son sus inquietudes y las experiencias que están teniendo en su colegio, entre sus amigos. Con ese canal de apertura es posible conversar sobre distintos aspectos de la vida, como por ejemplo la ideología de género. Si eres padre, demuestra interés por discutir este tipo de temas con tus hijos, escucharlos es la clave para entenderlos mejor.

3. Si quieres libertad, no te olvides de la responsabilidad 

Hace menos de una semana, conversaba con una madre que tiene hijos pequeños. Ella tiene estudios en «matrimonio y familia», además está haciendo otro diplomado, y se ha dedicado varios años a dictar cursos a los padres del colegio donde tiene a sus hijos, sobre la manera en cómo deberían ser educados en el mundo actual.

En la medida que avanzábamos en nuestro diálogo, tratando de llegar a un acuerdo sobre cómo hablar de Dios a los jóvenes (que en su mayoría están cada día más alejados de la fe), llegamos al tema de la ideología de género y las consecuencias de todo esto.

Lo que más me impresionó fue la explicación que me hizo de por qué, en los últimos tiempos, las chicas son las que más empiezan a tener conductas homosexuales, queriendo experiencias lésbicas. La razón —obviamente no única, pero sí muy importante— es que cada vez menos, encuentran hombres que sepan escuchar, que tengan la sensibilidad y empatía para acompañar a las mujeres en sus experiencias personales (no estoy diciendo que todos los hombres sean así).

Se piensa: ¿por qué no dar el siguiente paso?, ¿por qué no probar cómo nos va estando juntas?, ¿por qué no intentamos nuevas cosas? Al fin y al cabo somos libres ¿no? Es muy importante que le expliquemos a nuestros hijos que libertad y responsabilidad van de la mano. Y que sin responsabilidad tampoco entenderemos el propósito de nuestra vida.

Espero que estos tres puntos ayuden a los padres en la educación de los hijos. También aquellos que tienen a su cargo un trabajo pastoral con niños, jóvenes e incluso adultos. Pretender que un niño, sea hombre o mujer quiera cambiar de género años después como si fuera una simple convención social, es algo extremamente triste.

Aunque se crea que la libertad para hacer lo que quieran con su cuerpo les traerá felicidad, no se hace más que tergiversar el sentido para el cual han nacido. Un hombre nace hombre, y una mujer, mujer. Eso nadie lo puede cambiar. Seremos felices, en la medida que vivamos de acuerdo con lo que somos.