13 hermosos Lugares Santos que no puedes dejar de visitar
Recuerdo la primera vez que viajé, era muy pequeña. Fue un viaje en auto desde mi ciudad natal hacia la capital. Tengo marcadas las imágenes de las montañas, el desierto y el mar. Las personas que conocimos en el camino y los lugares donde paramos a comer. El sonido del viento en la ventana y el cielo estrellado. Desde ese momento me enamoré de los viajes y si son por tierra mejor. Disfruto la idea de ir parando por el camino y que el viaje empiece, no cuando se llegue al destino, sino que el destino se vaya construyendo paso a paso.
Tengo la impresión que dada la rapidez en la que vivimos los viajes también han cambiado. Las redes sociales están llenas de fotos, pero solo veo un mar de “selfies” y leo muy poco sobre la experiencia vivida. Viajar es algo más que ir a un lugar y sacarle fotos. Viajar consiste en descubrir y conocer otros lugares, pero también descubrir y conocer más sobre ti mismo.
Como ahora no puedo viajar físicamente he decidido dar un paseo (desde mi cuarto) por Tierra Santa, un lugar que todo católico debe conocer. Me he animado a hacerlo, pensando en lo extraordinario que ha sido que Jesús se haya hecho hombre y haya caminado por ese suelo. Tierra Santa representa el origen de mi historia, de nuestra historia como católicos: una historia de salvación. Te invito a través de esta galería a que la conozcas un poco más y que, acompañados de algunas citas bíblicas, descubramos este lugar.
Comenzamos por el lugar donde todo empezó: Nazareth, hogar de la Virgen María y lugar en donde el Ángel Gabriel le anuncia que ha sido escogida para ser la madre del Redentor. Debajo de esas construcciones se encuentran los pasos de María criando a su hijo Jesús. Gran parte de la vida oculta de nuestro Salvador sucede en Nazareth. Es aquí donde vive al lado de sus padres y en obediencia a ellos.
«Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, llena de gracia! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.” (Lc 1 26-28)
Aquí Jesús obró su primer milagro. Un milagro lleno de simbolismo. La conversión del agua en vino que está relacionada con la transubstanciación y nos adelanta su entrega por nosotros. Con este milagro Jesús también eleva al matrimonio como Sacramento. ¡Qué grandioso saber que mi matrimonio tiene esta historia incluída!
Estas hermosas ruinas a orillas del «mar de Galilea», llamado también «lago de Tiberiades», albergan la historia de muchos de los episodios de la vida pública de Jesús. En la sinagoga de Cafarnaúm Jesús pronunció el discurso del «pan de vida». En este lago también sucedió la pesca milagrosa (Jn 21, 1 -23). Y es también donde Jesús calma la tempestad (Jn 6, 16 -21).
“Éste es el pan que descendió del cielo, no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron. El que come de este pan vivirá eternamente”. (Jn 6 58).
Causa sorpresa que más que un monte sea una pequeña colina. Es aquí donde Jesús pronunció el tan hermoso “Sermón de la montaña”:«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados…». (Mt 5, 3-12)
La tradición dice que esta iglesia se encuentra en el lugar aproximado donde Jesús enseñó a sus discípulos a orar. A través de ellos nos enseñó a todos nosotros a dirigirnos al Padre, confiados en su amor infinito.
«Y, al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo…» (Mt 6, 7- l5)
Es casi increíble estar frente al monte donde Jesús se muestra como quien es: el hijo de Dios. Y al mostrarse a sí mismo, nos muestra a lo que estamos llamados todos nosotros. Pedro, Santiago y Juan son testigos del Cuerpo glorioso de Cristo, ese cuerpo que también tendremos nosotros por la eternidad al lado del Padre. Con este signo Jesús nos garantiza que con la muerte nuestra persona humana no desaparece, continúa en una vida eterna plena. La Transfiguración de Jesús nos muestra esta plenitud, esta felicidad.
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” (Mt 17, 1 -2)
Es en este lugar donde nació Jesús. Si bien hoy el sitio está marcado con una estrella rodeada de lámparas de plata, este lugar fue originariamente muy pobre. Aquí a Virgen arropó al Niño en pañales, siendo testigos unos animales y unos pobres pastores. ¡Así nos ama Dios!, ¡se hace tan pequeño y en un lugar tan insignificante!
“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (Lc 2, 6-7)
Este lugar es importantísimo, aquí Jesús mismo se queda con nosotros todos los días hasta el fin del mundo a través de la Eucaristía.
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” (Mt 26, 26-28)
Me conmueve profundamente el temor que sintió Jesús llegada su hora. Aquí suda sangre y le pide al Padre que lo libre de esta tarea pero sólo si es su voluntad. Cuántas veces nos hemos encontrado en una circunstancia de temor. Jesús nos enseña con este gesto a confiar completamente en Nuestro Padre que nunca nos abandona por más oscura que sea la hora. Aún en el huerto quedan unos pocos olivos vivos de más de 2000 años que pueden ser incluso del tiempo de Jesús. En la Basílica está la piedra blanca sobre la cual Jesús sudó sangre.
“Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mt 26, 38-39)
Viniendo del Huerto de los Olivos entrando por la Puerta de San Esteban, al lado izquierdo se encuentra la explanada del Templo. Aquí estuvo Jesús muchas veces con sus apóstoles. La escena en la que pienso es cuando Jesús conoce a María Magdalena y la salva de morir apedreada. Con qué firmeza increpa a quienes la juzgan y con qué ternura y respeto Jesús se dirige a ella. Cuántas veces somos los que juzgamos, pero también cuántas veces hemos sido esa mujer.
“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” (Jn 8, 7-11)
11. Basílica de la Natividad de la Virgen – Jerusalén
Ya que estamos en la explanada, al lado opuesto, está la Basílica de la Natividad de María. Aquí es el lugar de la casa de San Joaquín y Santa Ana, padres de María. Es una hermosa iglesia romántica del tiempo de las Cruzadas. María es la mujer del silencio y poco se sabe de su historia. ¡Cómo habrá sido de pequeña, preparando desde tan tierna edad su corazón para cumplir con todo lo que Dios le tenía preparado!…
“Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.” (Lc 1, 46-48)
El Vía Crucis empieza un lugar denominado desde el «Litóstrotos» (que en griego significa empedrado) Se creía que en este lugar fue juzgado Jesús por Poncio Pilato ya que el empedrado se asemeja al que Juan describe, pero según los historiadores es más probable que haya sido juzgado en el palacio de Herodes el grande. Este empedrado que se encuentra bajo un arco, da la inicio a la Via Dolorosa. El lugar exacto de cada estación no es conocido, salvo por la primera y las dos últimas. Sin embargo es en esta vía donde Jesús vivió y sufrió la ruta al Calvario. Para mi tiene un significado especial la caída en la que se encuentra con su Madre. Cuando sus miradas se cruzan y ella a pesar de tanto dolor, entiende y de esto se da cuenta su Hijo que, sufre con ella y la hace partícipe de su sacrificio…
Creo que este lugar debe ser el más importante de toda la tierra. En la basílica se encuentra el Calvario, pequeño montículo sobre el cual Jesús estuvo crucificado y murió. Me conmuevo sabiendo que es aquí donde Jesús fue crucificado, donde derramó su sangre por cada uno de nosotros. Me imagino parada al lado de la Cruz como Juan, con el dolor inmenso en su corazón pero sin abandonarlo. Es este lugar donde Jesús nos entrega a su Madre. En su agonía sigue pensando en nosotros.
El otro lugar que podemos visitar en este recinto, es el Santo Sepulcro, aquí no sólo estuvo el cuerpo difunto de Cristo, sino tambien su Cuerpo resucitado. Me quedo sin palabras… En esta basílica hay una gruta subterránea, donde la cruz de Cristo estuvo oculta hasta que fue encontrada por Santa Elena, madre del emperador Constantino Magno.
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.” (Jn 19, 28-30)
Si has tenido la fortuna de estar ahí físicamente, cuéntanos tu experiencia. ¿Qué otros lugares nos faltaron? ¿Cuáles fueron tus reflexiones?
Fue poco lo que pude leer per fue suficiente para mi,leer algo que se a escrito con el corazon…viva esa vida para cristo..! Exitos para mi no le falta nada todo esta exelente.Bendiciones!
Fue poco lo que pude leer per fue suficiente para mi,leer algo que se a escrito con el corazon…viva esa vida para cristo..! Exitos para mi no le falta nada todo esta exelente.Bendiciones!