

Muchas veces los hijos exigimos padres perfectos. Perdemos la paciencia y hasta les echamos la culpa de nuestros males. Nos olvidamos que ellos nos han dado la vida y han hecho muchísimos sacrificios para que nosotros estemos bien y seamos felices.
Hoy, a través de esta galería, queremos reconocer el amor de nuestros Papás (algunas veces un poco olvidados). Agradecer por su presencia, sus cuidados, su generosidad y pedirles disculpas por criticarlos demasiado. También es una linda oportunidad para recordar los bellos momentos que hemos pasado juntos y alegrarnos.
No olvidemos que somos hijos y que un día seremos padres (muchos ya lo somos), y que esa tarea la hemos aprendido de ellos. Vota por la razón que más te guste 🙂
Querido Papá:
Hoy he repasado en mi memoria muchos de los momentos que hemos vivido juntos y he sentido una enorme alegría en el corazón. A pesar de tus defectos, que todos los tenemos, has sido un gran padre para mí y mucho de lo que soy lo debo a tu ejemplo y al amor con el que me criaste. Mis recuerdos me sorprenden, veo que me has dado muchísimo y que yo te he devuelto muy poco. Sé que no soy una persona que suele reconocer sus errores y pedir disculpas. Sé, también, que, así no me lo hayas dicho, siempre me perdonaste aunque yo no te lo pidiera y que tu amor por mí es y ha sido incondicional. Por todo esto hoy siento una necesidad profunda de pedirte perdón por varias cosas.
«Te he hecho sentir un profundo y al mismo tiempo discreto afecto, que tal vez no has podido ver plenamente cuando eras joven e inseguro. Te he dado un testimonio de rigor y firmeza que tal vez no entendiste, cuando hubieras querido solamente complicidad y protección. Yo mismo, en primer lugar, tuve que iniciarme en la sabiduría del corazón, y estar atento a los excesos del sentimiento y del resentimiento, para poder de esta manera llevar el peso de las inevitables incomprensiones y encontrar las palabras adecuadas para hacerme entender. Ahora, cuando veo que tratas de ser también así con tus hijos, y con todos, me conmuevo» (Papa Francisco. Catequesis sobre los padres, 4 de Febrero de 2015).
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